“Cristo asumió nuestra muerte para darnos su vida”, recordó Mons. Marino
En su homilía, monseñor Marino manifestó que en la Pascua, la fiesta mayor de los cristianos, “el triunfo de Cristo es también nuestro, porque Él asumió nuestra muerte para darnos su vida”, añadió: “Todos los domingo del año toman su sentido de este domingo, que es el día del Señor por excelencia”.
Refiriéndose al testimonio de los cristianos señaló que “todos debemos tener la misma conciencia de predicar al pueblo”. “Predicamos con el ejemplo de nuestra vida, en primer lugar, y con nuestros gestos que pueden ser más elocuentes que las palabras”, afirmó.
El prelado invitó a preguntarse: “¿Cuál es mi posibilidad de colaborar en el anuncio y en la misión?”. “Todos podemos hacer algo –continuó- ante todo rezar, porque esa es la fuerza de la misión y si no nos llenamos de Cristo, no podremos darlo a los demás”, y sugirió: “En la diócesis y en las parroquias existen varias formas de voluntariado en diversas instituciones de caridad, también la posibilidad de pertenecer a grupos de misión en los hospitales, en las cárceles, en los asentamientos y zonas empobrecidas. Solo doy ejemplos”.
Durante las ofrendas, junto con el pan y el vino, miembros de la comunidad acercaron alimentos para las familias que son asistidas siempre por Cáritas de la parroquia Cristo Resucitado. Al finalizar la Eucaristía, el presbítero David Ochoa, párroco del lugar, invitó a todos los que quisieran hacerse presentes a la capilla Nuestra Señora de los Milagros, ubicada en el barrio Las Canteras, donde monseñor Marino bendijo nuevos salones de catequesis.
Ver fotos de la celebración.
“La noche que disipó las tinieblas”
Monseñor Antonio Marino presidió la Vigilia Pascual en la catedral de los Santos Pedro y Cecilia, donde aseguró que “la esperanza gozosa de nuestra resurrección final no nos hace olvidar que ya desde esta vida debemos vivir como resucitados”.
“Queridos hermanos –dijo el obispo- mientras dura nuestra peregrinación por este mundo, toda alegría humana es provisoria, con frecuencia mezclada con disgustos; toda belleza es imperfecta y estimula el anhelo de una realidad que se encuentra más allá de esta vida”. “Si fijamos la mirada en Cristo resucitado, una paz duradera se instala en el corazón, porque comenzamos a gustar la vida nueva que vuelve llevadero todo dolor y transforma todo pesar en gozo pascual”, afirmó.
Finalmente, el prelado invitó a alegrarse y manifestar el gozo “en la serenidad, en el amor y la buena voluntad que ponemos en todo”. Y concluyó exhortando a ser misioneros: “Hoy más que nunca los miembros de la Iglesia, en una sociedad secularizada, estamos convocados por Jesús para salir a anunciar la certeza de su resurrección con el testimonio de nuestra santidad de vida y un cristianismo vivido con valentía y heroísmo”.
Ver homilía de monseñor Marino en la Vigilia Pascual completa.
Saludo del obispo de Mar del Plata con motivo de la Pascua
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