Mons. Castagna: “Es imposible salvarse sin fe en Dios”

Mons. Castagna: “Es imposible salvarse sin fe en Dios”

Corrientes (AICA): El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, afirmó que “es imposible salvarse sin fe en Dios. Por ello San Pablo habla de ‘la fe que salva al que cree’ refiriéndose a la persona de Cristo. La fe, y únicamente ella, establece una relación eficaz con el Dios Salvador”. “Lo que los hombres consideran ‘fe’ puede aproximar a la verdadera fe o desviarla irremediablemente. Dios, en quien el hombre y la mujer necesitan creer para salvarse, se revela en el misterio de la Encarnación”, subrayó en su sugerencia para la homilía dominical.
El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, afirmó que “es imposible salvarse sin fe en Dios. Por ello San Pablo habla de ‘la fe que salva al que cree’ refiriéndose a la persona de Cristo. La fe, y únicamente ella, establece una relación eficaz con el Dios Salvador”.

“Lo que los hombres consideran ‘fe’ puede aproximar a la verdadera fe o desviarla irremediablemente. Dios, en quien el hombre y la mujer necesitan creer para salvarse, se revela en el misterio de la Encarnación”, subrayó en su sugerencia para la homilía dominical.

El prelado precisó que “el Evangelio, personalizado en Jesucristo, según San Pablo: ‘es el poder de Dios para la salvación de todos los que creen’ confirmándolo de inmediato, con estos términos: ‘En el Evangelio se revela la justicia de Dios, por la fe y para la fe, conforme a lo que dice la Escritura: El justo vivirá por la fe’”.

“Un escándalo grave, observado en la actualidad, es la carencia de fe de los pueblos, originalmente cristianos, sacudidos por la división, el odio y la violencia. Dios salva a quienes creen, cuando se les manifiesta, mediante el acontecimiento de la Pascua, y encuentra voluntades dispuestas a su acción regeneradora”, concluyó.

Texto de la sugerencia

1.- Jesús enseña a creer. Jesús, apenas resucitado, comienza una oportuna labor pedagógica: enseña a sus discípulos a creer. La escena de los discípulos de Emaús se inscribe en ese misterioso adiestramiento pascual. Es una enseñanza práctica. Aquellos seguidores y seguidoras sufren el sacudimiento reciente de la crucifixión y muerte de su Señor y Maestro. Ya no lo verán como antes, pero lo sabrán presente, definitivamente vivo. Para ello, necesitarán aprender a leer los signos de aquella presencia adorable. De esa manera, Jesús los convierte - también a ellos - en sacramento de su presencia (“Y porque la Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano… - Lumen Gentium 1 -”) y les confía, como lo ha hecho al instituir la Eucaristía, los sacramentos de la fe. La era pos pascual está regida por la fe, como lectura correcta de los signos que Jesús mismo elige para comunicar la gracia que, ya resucitado, suministra a quienes creen en Él.

2.- Emaús, sendero de la fe. Jesús, no solamente pondera la fe de quienes se relacionan con Él, también les enseña a creer. En el texto proclamado (Lucas 24, 13) se relata la escena de los discípulos que buscan, en la soledad de Emaús, apaciguar la dolorosa experiencia de la Pasión del amado Maestro. La desilusión, la sensación de fracaso y de desamparo, atenacean aquellos corazones. En el camino hacia Emaús encuentran un caminante con el que entablan una animada conversación sobre el acontecimiento que había concentrado la atención de Jerusalén. No advierten que aquel ocasional compañero de ruta es el mismo Jesús, oculto a su percepción, y, no obstante, de una misteriosa y familiar lucidez en la interpretación del hecho. Durante el prolongado trayecto, Jesús les ofrece un despliegue perfecto de textos bíblicos, donde se anuncia con exactitud lo que había ocurrido. Incluso, con su mejor estilo, los amonesta cordialmente: “Jesús les dijo: ¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!” (Lucas 24, 25). A pesar de ello no lo reconocen. En lo sucesivo, no será la cobertura externa el criterio de verdad que los asista, sino la capacidad de leer correctamente los signos propuestos por el mismo Señor.

3.- El verdadero poder de la fe. El don de la fe otorga esa capacidad. Se da, porque se da. Es imposible explicarlo todo. La realidad escapa a nuestra posibilidad de aprenderla, en las actuales circunstancias. Si el hombre no reconoce sus límites y el actual alcance de sus facultades, corre el riesgo del desánimo y del abandono de todo esfuerzo por lograr el bien y la verdad buscados. La indolencia constituye la dolorosa consecuencia de tal abandono. Sin duda, el mayor mal de un pueblo es la indolencia de su gente. Desde una concepción amplia de lo religioso podemos concluir que la indolencia personal y social es, sencillamente, carencia de fe. Jesús asegura que la fe salva a quien cree. Se reiteran las escenas, en los relatos evangélicos. Jesús otorga, a la fe, un poder ilimitado: “Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: “Trasládate de aquí a allá”, y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes” (Mateo 17, 20-21). Pero, hablamos de la fe en Dios, que se distingue por su carácter absoluto, distanciándose de la que podamos poner en otra persona, semejante a nosotros, o en nosotros mismos. Si alguien reivindicara para sí el derecho de ser el absoluto, en la vida de los otros, se constituiría en dios y originaría un engaño trágico. Ha ocurrido en la historia, entre los dueños - política, económica y militarmente - de naciones de aparente liderazgo.

4.- La fe es creer en Dios. Es imposible salvarse sin fe en Dios. Por ello San Pablo habla de “la fe que salva al que cree” refiriéndose a la persona de Cristo. La fe, y únicamente ella, establece una relación eficaz con el Dios Salvador. Lo que los hombres consideran “fe” puede aproximar a la verdadera fe o desviarla irremediablemente. Dios, en quien el hombre y la mujer necesitan creer para salvarse, se revela en el Misterio de la Encarnación. El Evangelio, personalizado en Jesucristo, según San Pablo: “es el poder de Dios para la salvación de todos los que creen…” confirmándolo de inmediato, con estos términos: “En el Evangelio se revela la justicia de Dios, por la fe y para la fe, conforme a lo que dice la Escritura: El justo vivirá por la fe” (Romanos 1, 16-18). Un escándalo grave, observado en la actualidad, es la carencia de fe de los pueblos, originalmente cristianos, sacudidos por la división, el odio y la violencia. Dios salva a quienes creen, cuando se les manifiesta, mediante el acontecimiento de la Pascua, y encuentra voluntades dispuestas a su acción regeneradora.+

Let's block ads! (Why?)

Etiquetas:

Publicar un comentario

[facebook][blogger][disqus]

Diocesis de Celaya

Forma de Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets