Homilía
Monseñor Bressanelli comenzó su homilía con un saludo especial “a las Madres de Plaza de Mayo Inés y Lolin y a Oscar Ragni, a quienes queremos mucho en nuestra comunidad, por su ejemplo inclaudicable de lucha y de coherencia en la defensa de los derechos humanos”.
“Don Jaime -dijo después- fue un creyente, hijo fiel de la Iglesia, religioso salesiano, sacerdote educador, obispo padre y pastor del Neuquén. Su vida, su palabra, sus gestos y sus obras fueron motivados por el lema que acompañó todo su ministerio sacerdotal y episcopal: “El amor de Cristo nos apremia”. El amor de Dios que experimentó en su vida lo llevó a amar a los demás hasta las últimas consecuencias, e hizo de él el pastor de Neuquén que Dios quería y que el pueblo aquí necesitaba. Una espiritualidad verdadera es una espiritualidad encarnada en un lugar y en su historia. Esta fue la espiritualidad de Don Jaime. Como Jesús, encarnó en sí mismo la realidad más dolorosa de sus fieles y de sus contemporáneos”.
“Don Jaime -expresó más adelante el obispo neuquino- fue un verdadero amigo de Jesús. Su vida produjo frutos en abundancia que perduran en el tiempo y que son semilla de nuevas siembras y de nuevas cosechas. Este compromiso de Don Jaime está en los orígenes de nuestra historia y de la Iglesia Neuquina, y es la herencia que nos legó. Nosotros somos parte de su siembra y queremos producir los frutos genuinos de lo que él sembró”.
“En razón de eso queremos reavivar en nosotros la misma espiritualidad, profundamente evangélica, que lo animó a Don Jaime. Sabemos que sin Cristo no podemos nada; seríamos como una rama desgajada del tronco que le da la vida; seríamos como un sarmiento cortado de la vid. No podríamos dar fruto duradero. Con Don Jaime queremos reafirmar nuestro compromiso pastoral de ser de todos y para todos, sin excluir a nadie; pero con él queremos preferir también a aquellos sectores de la sociedad que son excluidos por otros y que no tienen las mismas oportunidades de desarrollo, de dignidad y de felicidad que Dios quiere para todos sus hijos”.
La última parte de su homilía, que dedicó a “dejar asentada mi postura frente a la opción por los Derechos Humanos”, monseñor Bressanelli se refirió al “terrorismo de Estado”; manifestó estar contra la aplicación del beneficio del 2x1; a que la reconciliación cristiana no es impunidad, ni un manto de olvido.
También se refirió a lo tratado en la última asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina en relación al período de la dictadura militar de los años 1976-1983, negando que se haya hablado de “reconciliación”, como interpetaron algunos medios de comunicación. Dijo que los obispos reclamaron “un examen de conciencia y sinceramiento acerca de la responsabilidad que le pudo caber a la Conferencia Episcopal Argentina” en ese período”, aclarando que “nadie de los que actualmente somos Obispos en función de gobierno, era miembro del Episcopado en ese tiempo” y señaló que “en ningún momento nos propusimos realizar un diálogo entre represores y guerrilla”.
Monseñor Bressanelli concluyó su homilía diciendo: “Pido perdón a todas las personas que, a pesar de mi buena voluntad, pude haber defraudado; pero les aseguro que la causa de Don Jaime es para mí un compromiso de vida, que quiero seguir viviendo fielmente hasta la muerte, con la gracia de Dios y el sostén de todos ustedes”.+
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