“Es imprescindible que busquemos la concordia entre los argentinos”, pidió Mons. Stanovnik en el tedeum
En su homilía, monseñor Stanovnik exhortó a caminar “como pueblo, atentos especialmente a los más vulnerables y alejados de los bienes comunes, renunciando decididamente a todo tipo de violencia, sea en el ámbito familiar, social o en la vida pública”.
“Necesitamos purificar nuestro modo de pensar y de sentir, para comprender que no es posible construir la paz social que todos anhelamos, si no empezamos por cambiar nuestra conducta personal. Si cultivamos pensamientos de paz, pronunciamos palabras de paz y practicamos gestos de paz, nos vamos a encontrar en un clima propicio para tratarnos con más respeto, honestidad y cordialidad”, explicó.
Y añadió: “Ese es el espíritu de las palabras de cordial felicitación que le envió el papa
Francisco al presidente Mauricio Macri y las extendió a todos los hijos de nuestro amado país, en las que pidió al Señor que nos acompañe en nuestro desarrollo material y espiritual, propiciado por un clima de serenidad, paz y respeto mutuo”.
“Es imprescindible que busquemos afanosamente la concordia entre los argentinos, porque de lo contrario, estaremos irremediablemente en ese funesto círculo que nos impide avanzar en el desarrollo material y espiritual que todos queremos, y nos mantiene sumergidos en unos alarmantes índices de pobreza”, expresó.
Ante las inundaciones ocurridas este año, que afectaron varios pueblos y parajes, donde debieron ser evacuadas muchas personas y familias, el prelado destacó “las actuaciones de extraordinaria ejemplaridad de parte de muchas personas, de asociaciones civiles y religiosas, de las fuerzas de seguridad, de los que trabajan en la función pública y también de los que militan en las diversas corrientes políticas”.
“De pronto, cuando la desgracia nos golpea y nos lleva al límite entre la vida y la muerte, surge lo mejor y lo más noble que hay en nosotros. En esas circunstancias, somos capaces de actuar más allá de las diferencias sociales, políticas y religiosas, y aparece la vida como el valor más importante y el derecho fundamental que es necesario salvar a cualquier precio”.
Monseñor Stanovnik aseguró: “Esta emergencia hídrica, que ocasionó mucho quebranto y desventura, misteriosamente, originó un torrente de solidaridad y de amor auténtico, desinteresado y hasta límites extremos por el prójimo. Traslademos esta realidad circunstancial, a la familia humana: el pecado –terrible desgracia que apartó al hombre de Dios, lo enfrentó a muerte con su prójimo, y dañó su vínculo con la creación–, desató en Dios un torrente de amor y de solidaridad llevados hasta el extremo por todos los hombres, salvándolos de la muerte y fortaleciéndolos para el combate contra el mal”.
“Las situaciones extremas por las que atravesamos, ya sea en la historia personal o en la realidad colectiva, nos enseñan las verdades fundamentales que aprendimos en la familia, en la escuela y en la iglesia: que la vocación del hombre es amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo; que esta patria terrena es transitoria, que nos fue confiada por Dios Creador para la cuidemos entre todos; para que nos preocupemos realmente que todos se alimenten sanamente, todos vayan a la escuela, el servicio de la salud llegue a todos, todos tengan un trabajo digno, y todos gocen de libertad religiosa”, afirmó.
Asimismo, el arzobispo de Corrientes pidió “no familiarizarnos con la violencia, la corrupción, y enfrentamiento permanente”. “En la educación para la paz, la sociabilidad, la sensibilidad ante el dolor ajeno y la disponibilidad para socorrer a los más vulnerables, es fundamental la familia”, aseveró.
“Cuidemos la familia y ayudémosla en la misión insoslayable e irremplazable que tiene como hogar y escuela, en la que se aprende a convivir, a compartir, a dialogar y a descubrir la belleza y el gozo de ser diferentes, de aceptarse y quererse como cada uno es, y de crecer como personas libres, no para hacer lo que a cada uno se le antoja, sino para compartir esa libertad que nos capacita para convivir y desarrollarnos como sociedad”, manifestó.
“Lo que es válido para la familia, lo es sustancialmente también para toda la sociedad, que es la familia grande que formamos entre todos”, concluyó.+
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