“El pertenecer al rebaño del Señor -dice entre otras cosas la reflexión del obispo- no es un privilegio de pocos, sino un don que se ofrece a todos los que quieran aceptarlo. El Buen Pastor –Cristo- que ha dado su vida por todos, no excluye a nadie. Es el hombre quien se excluye a sí mismo cuando no acepta el mensaje de la salvación. Quien no escucha la voz de Jesús se juzga indigno de tal mensaje y por lo tanto de la vida eterna que trae el Señor”.
“En estos casos -agregó monseñor Martorell- los creyentes deben tender las manos a sus hermanos incrédulos, reacios o fugitivos de Dios e invitarlos a entrar en el redil del Buen Pastor porque el redil del Señor es un espacio abierto a todos los que quieran entrar en él. Su puerta es ancha e invitadora, como lo es Cristo que ha querido llamarse “la puerta de las ovejas”. Quien acepta pasar por esta puerta será siempre bien recibido y encontrará la salvación. Esta es también la actitud de la Iglesia que expresa su carácter universal: sus puertas están abiertas a todos los hombres de buena voluntad y esta es la base de su fecundidad”.+
Publicar un comentario