Mons. Cargnello: Nuestro compromiso es "cuidar el tejido social"
En su homilía, monseñor Cargnello destacó la necesidad de “fortalecer la calidad institucional como camino seguro para lograr la inclusión social”. Nuestra aún joven democracia, señaló, “exige recrear la política y el ejercicio del poder en clave de servicio buscando que sea auténtica y representativa de los intereses del pueblo”, y necesitamos adquirir “una actitud respetuosa del pueblo que incluye, compartiendo valores y proyectos, conformando un ideal de vida y convivencia”.
El prelado sugirió tres puntos para reflexionar: devolver la verdad a la palabra ciudadana, a la palabra política; redefinir el bien común, y cultivar una sana laicidad, sin miedo a fantasmas.
“La verdad y el respeto, la entrega y la acogida, dan a la palabra densidad y hacen de ella artífice de humanización. Por ello la mentira y el insulto, la falsedad y el rechazo del otro destruyen vínculos, deshumanizan a las personas porque las instrumentalizan”, aseguró monseñor Cargnello, y sostuvo que “la palabra, si quiere servir al hombre, se ha de sostener en la verdad y el respeto y debe ser vehículo de entrega y acogida mutuas. La política ha de estar al servicio de la vida y de la humanización de los ciudadanos”.
Por otro lado, el obispo recordó que “la política no puede estar por encima del hombre sino a su servicio y para ello debe saber usar la palabra al servicio del hombre”, porque cuando la palabra se pervierte aparece la violencia, la mentira, la corrupción, o el desinterés por la vida pública.
“¿Habrá llegado la hora en que dejemos de decir “son cosas de la política” para justificar deshonestidades y mentiras y empecemos a usar la expresión “es la política” para ver en ello la propuesta de una vocación al amor más alto?”, cuestionó.
En cuanto a la redefinición del bien común, consideró “la necesidad de un diálogo que haga posible concretar acuerdos para proyectar el futuro del país y un país con futuro. Asumir el desafío de luchar contra el problema de la pobreza que afecta a tantos hermanos nuestros, promover una auténtica convivencia humana que impida la prepotencia de algunos y facilite el diálogo constructivo ha de favorecer un clima de amistad social que nos permita descubrirnos a todos los que habitamos esta tierra como viajeros de un mismo barco que no llegará al puerto si no nos ayudamos mutuamente y menos si nos destrozamos como enemigos”.
“Se trata de construir una vida democrática de inclusión y de integración que requiere el compromiso de todos. Debemos favorecer a la persona para que sea protagonista desde su propia dignidad que implica el derecho al trabajo, la propiedad de la tierra y un techo habitable”, enfatizó.
Con respecto a “cultivar una sana laicidad sin miedo a fantasmas”, moseñor Cargnello indicó que “necesitamos aprender, entre otras cosas, a convivir con hermanos de culturas diferentes que van poblando nuestro país”, y advirtió que “aunque nuestro país ha sido capaz de recibir en su historia ‘a todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar este suelo argentino’, el desafío de esta hora parece exigirnos un compromiso mayor.”
En este sentido, detalló el debate existente entre una “laicidad estrecha” que ve en toda religión un enemigo potencial de la libertad humana y una “laicidad abierta” que considera a la República como el garante del buen aporte que las religiones pueden ofrecer a la sociedad, y pidió al Señor “que los responsables de resolver el conflicto planteado estén a la altura de la hora y respeten al pueblo”.
“Todos queremos una sociedad mejor. A cada uno de nosotros nos corresponde cuidar el tejido social restañando heridas, tendiendo manos, escuchando al otro, respetando a todos. Es nuestro compromiso”, concluyó el arzobispo.+
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