Verdadero sentido del amor y explotación actual de las mujeres

La Plata (Buenos Aires) (AICA): El arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, dedicó su reflexión televisiva semanal el sábado 27 de mayo al “verdadero sentido del amor” y a la dolorosa “explotación actual de las mujeres”. “Pienso -dijo- en el amor verdadero, que no se reduce a la atracción sexual ni a la conmoción afectiva, sino que empeña a la voluntad libre, que elige con la permanencia de quien reposa en un bien”.
El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, dedicó su reflexión televisiva semanal el sábado 27 de mayo al “verdadero sentido del amor” y a la dolorosa “explotación actual de las mujeres”. “Pienso -dijo- en el amor verdadero, que no se reduce a la atracción sexual ni a la conmoción afectiva, sino que empeña a la voluntad libre, que elige con la permanencia de quien reposa en un bien”.

“Hoy les hablaré de un tema muy serio que está, además, en el tapete: la explotación de la mujer”, comenzó diciendo el arzobispo platense. “El problema es evidente, y se dan casos continuos de explotación de las mujeres. Es verdad que no es un asunto nuevo porque yo recuerdo haber oído, siendo chico o joven de las meretrices del barrio y el “cafisho” que las manejaba en la zona. Eran buenas mujeres que, las pobres, trabajaban de eso porque no tenían otra cosa que hacer, y recuerdo esa frase del Evangelio sobre que las meretrices precederán en el Reino de los Cielos a los orgullosos fariseos”.

“Hoy día la cosa ha cambiado mucho culturalmente, socialmente”, prosiguió monseñor Aguer. “Se agravó mucho la explotación de la mujer; hay bandas que se ocupan de explotar mujeres, de raptar niñas adolescentes y todo eso también, como ustedes saben, se hace por las redes informáticas. Pero el fondo del problema es siempre el mismo. ¿Por qué la explotación de la mujer, si la mujer es la persona complementaria del varón?”.

“Es cierto que algunas se han asociado y existe una Asociación de Meretrices como una especie de sindicato. No sé si habrá también un sindicato de “cafishos”. Lo real es que alguien explota todo eso y hasta no me extrañaría que algún funcionario esté prendido en ese tipo de cosas”.

“Hay algunas mujeres -continuó diciendo el prelado- a las que no se les puede aplicar ese calificativo, pero me llama la atención cómo mujeres conocidas de la farándula, actrices, vedettes, bailarinas, etc., cambian de novios continuamente, tienen 6 o 7 novios todos los años. ¿Cómo habría que llamar la posición, la situación, la actitud, de estas mujeres? Amor no hay, no aparece el amor y ni siquiera el eros en el sentido platónico de la palabra. Son como berretines que duran muy poco y están implicados a veces jugadores importantes o de fútbol o de tenis, políticos que muchas veces se lanzan a las campañas porque encuentran a una vedette famosa que los hace subir de crédito”.

“Pienso en el amor verdadero, que no se reduce a la atracción sexual ni a la conmoción afectiva, sino que empeña a la voluntad libre, que elige con la permanencia de quien reposa en un bien”.

“Yo me refería -comentó luego- a las meretrices de antaño, pobres mujeres que trabajaban de eso porque no podían o no sabían hacer otra cosa, y tengo la inclinación a compararlas con esas señoras o señoritas que lo hacen con gusto o por promoción, se hacen famosas en sus ocupaciones pseudoartísticas, son tenidas como reinas y cambian frecuentemente de pareja. ¿Y qué es eso? Es la violación de algo fundamental: el auténtico amor humano del varón y la mujer, que no es algo fugaz, que pasa enseguida, sino que está destinado a ser para siempre. El cuerpo del varón es totalmente complementario del cuerpo de la mujer. Y el sentido de la unión del hombre y la mujer tiene, en primer lugar, un valor unitivo, lo cual no quiere decir simplemente para el gozo. El gozo es una cosa buena, pero es unitivo en el sentido del amor verdadero que no es -como ya he indicado- puro sentimiento, pura emoción del momento, sino que es una decisión voluntaria, elegir a una persona con toda libertad y para toda la vida”.

En la última parte de su reflexión monseñor Aguer recordó que la unión sexual del varón y la mujer tiene otro sentido: es procreativo. “Así es la naturaleza, procreativa. Y la providencia de Dios ha dado a la mujer ciclos de fertilidad que pueden ser aprovechados racionalmente. Pero la unión sexual corresponde al matrimonio, a la constitución de la familia, con su apertura a los hijos. La desviación fornicaria de este valor y su banalización, llevan a que el varón y la mujer sean cada vez menos lo que deben ser. Este contexto, que suele tomarse como algo divertido, está relacionado con la deshumanización de la sociedad y con la trata de la mujer como un objeto. Lo peor de todo es que ella, la mujer, se convierta deliberadamente en objeto”.+

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