El Papa explicó que “los Padres de la Iglesia amaban comparar a los santos apóstoles Pedro y Pablo con dos columnas, sobre las cuales se apoya la construcción visible de la basílica”. “Ambos –añadió- sellaron con su propia sangre el testimonio de Cristo por la predicación y el servicio a la naciente comunidad cristiana”.
Más adelante el pontífice recordó cómo las lecturas del día hablan de este testimonio, “lecturas que indican el motivo por el que su fe, confesada y anunciada, fue después coronada con la prueba suprema del martirio”.
Por otra parte el Sumo Pontífice afirmó que ambos apóstoles nos recuerdan hoy que “el Señor está siempre a nuestro lado, camina con nosotros, no nos abandona nunca. Especialmente en el momento de la prueba, Dios nos tiende la mano, viene en nuestra ayuda y nos libera de las amenazas del enemigo”.
“Pero, agregó Francisco, recordemos que nuestro verdadero enemigo es el pecado, es el maligno que nos empuja a ello. Cuando nos reconciliamos con Dios, especialmente en el sacramento de la penitencia, recibiendo la gracia del perdón, somos liberados de los vínculos del mal y aligerados del peso de nuestros errores”.
El Santo Padre se despidió saludando a los nuevos cardenales y pidió que “la bondad y la gracia del Señor sostenga a todo el pueblo romano, para que viva en fraternidad, haciendo resplandecer la fe cristiana, testimoniada con el intrépido ardor de los apóstoles Pedro y Pablo”. +
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