Las imágenes fueron entronizadas en el atrio de la catedral de Salta, en una celebración presidida por el arzobispo de Salta, monseñor Mario Antonio Cargnello, el sábado 22 de julio. La fiesta grande del Milagro se celebrará el 15 de septiembre, solemnidad del Señor del Milagro.
“El Milagro es ese tiempo donde nos abrimos con mucha confianza a Dios sabiendo que Él es indulgente, que nos da lugar al arrepentimiento y que nos enseña que el justo debe ser amigo de los hombres”, manifestó el arzobispo en la misa celebrada el sábado.
“En ese clima, un clima de confianza, que se abre a la conversión, un clima dispuesto a empezar de nuevo, este año nos proponemos tres objetivos o temas para trabajarlos desde el corazón o permitir que la Palabra de Dios los trabaje en nuestros corazones”, indicó monseñor Cargnello.
Primero, invitó a “renovar nuestra historia”, como anima el lema del Encuentro Nacional de Jóvenes que se realizará en la ciudad de Rosario, en mayo de 2018. “Uno de los grandes dramas de nuestra época es que nosotros, los mayores, no somos capaces, no nos animamos a desafiar a nuestra juventud a superarse a sí mismos”, lamentó y exhortó: “Estamos llamados a desinstalarnos y tomar la mano de nuestros jóvenes para acompañarlos en su búsqueda y en la construcción de un mundo mejor”.
En segundo lugar, pidió “apostar por la cultura del encuentro”. “El cristiano apuesta a la fraternidad, al respeto por la ley, a la solidaridad, a confiar en el otro”, afirmó. También, manifestó la preocupación “por el respeto a nuestra provincia en la posibilidad de ser garantes de la enseñanza religiosa de todos los niños, también en las escuelas públicas”.
“La educación quedaría incompleta cuando al niño no se le da la oportunidad de preguntarse, desde la inquietud propia de una criatura, por el sentido de su vida, por el sentido de lo que aprende y ahí entra la educación religiosa”, aseguró.
Finalmente, en tercer lugar, llamó a “centrar el Milagro en el misterio de la Eucaristía”. “La Eucaristía nos impulsa a vivir en la verdad de los que somos, hijos de Dios y, al ser coherentes, nos impulsa a buscar la verdad, a respetar y hacernos cargo del otro, a no quedarnos tranquilos, porque nos duele el dolor del otro, nos impulsa a darnos”, concluyó.+
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