Mons. Arancedo: "La parábola de la cizaña, una enseñanza que debemos asumir"
"Nos habla de esa paciencia que tiene por horizonte el tiempo del Reino Dios, frente a esa impaciencia que vive a la espera del fruto ya. El tiempo de Dios tiene una dimensión que supera la inmediatez de los cálculos humanos, como del espacio o lugar en que nos movemos", sostuvo.
"El tiempo ilumina los espacios y ayuda a generar procesos; el sentido del tiempo de Dios nos ayuda a respetar a las personas y sus momentos de crecimiento. La paciencia tiene que ver con la esperanza, porque tiene su fuente en la fe en un Dios creador y providente", agregó.
Al referirse a la parábola de cizaña, el prelado consideró: "Hablaría de la delicadeza del amor de Dios por sus hijos a los que siempre espera, más allá de las dificultades en las que se puedan encontrar. Ve primero el bien, el trigo y lo cuida, no se deja llevar por el poder de la cizaña ni organiza una 'guerra santa' contra ella. Confía, acompaña y espera".
Monseñor Arancedo recordó que "en este camino en el que somos parte del sembradío de Dios, debemos asumir nuestra tarea de ir purificando y cortando o 'podando' todo aquello que entorpece el crecimiento del buen trigo en nosotros. Somos los primeros responsables".
"Pero debemos comprender, y esta es la enseñanza de Jesús, que no somos dueños de la historia ni del tiempo, menos de las personas, somos peregrinos con nuestras fragilidades hacia una plenitud a la cual estamos llamados y para la cual Él mismo se hizo para nosotros: 'camino, verdad y vida'. No somos espectadores o críticos de una historia, somos protagonistas de la misma. Esta parábola es una enseñanza que debemos asumir", concluyó.+
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