En su homilía, el obispo agradeció a los presentes “por haber venido a participar en esta hora de Gracia que el Señor concede a su pueblo peregrino, acompañado por la constante presencia de nuestra amada Madre del Valle”, y se dirigió al nuevo sacerdote, manifestando que “de hoy en adelante la realidad en la que te moverás” responde a ser “profeta, servidor, pastor, sacerdote, mediador entre Dios y los hombres, padre y maestro. Confía en Dios, no temas, no dudes, no te canses, no abandones la lucha, persevera hasta el fin”, recordó.
Ante un gran número de familiares, amigos y fieles en general, monseñor Urbanc aconsejó al neopresbítero: “Si quieres ser grande, conviértete en servidor de los demás. Aunque no lo creas o no te parezca, es el único camino para ser libre de verdad”.
“Recuerda que nadie da lo que no tiene. Para ti, hoy, se acentúa el arduo, pero reconfortante camino de la formación permanente. Jamás pierdas de vista que asumes la noble tarea de enseñar. Procura imitar a Jesús y serás bálsamo y luz para los analfabetos de la fe, que cada día son más”, señaló el obispo.
“Siempre has de representarte a cada ser humano como un herido, un enfermo, un desnutrido, un huérfano que necesita de tu amor, tu cariño, tu ternura, tu comprensión, tu cercanía, tu cuidado y tu paciencia. Ama siempre a cada pecador que el Señor pone en tu camino”, manifestó.
Luego expresó su deseo de que “el servicio alegre, creativo e incansable sea distintivo de tu ser y quehacer sacerdotal, a ejemplo del Hijo de Dios hecho hombre, que no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida por una multitud”.
Antes de concluir la ceremonia, el flamante presbítero se consagró a la Santísima Madre del Valle, junto con todos los presentes.
Luego se dirigió en procesión hasta el atrio de la basílica, donde recibió muestras de afecto y de gratitud por su total entrega a Dios y al servicio de la Iglesia. +
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