“Si queremos paz y felicidad, hagamos algo”, animó Mons. Aguer
“El problema crónico que tenemos es la discordia o la falta de concordia, la falta de paz”, consideró el prelado, y manifestó que cuando nos deseamos felicidad es “tratando de olvidarnos un poco de las penalidades que hemos sufrido en el año que se acaba y con la esperanza de que el año próximo será mejor”, pero advirtió que “las cosas no ocurren mágicamente, dependen de la admirable providencia de Dios, pero en ella entran a jugar lo que se llaman las causas segundas”, que somos nosotros, “las macanas o las cosas buenas que hacemos”.
En ese sentido, el arzobispo platense recordó una anécdota de Santa Teresa de Calcuta, que cuenta que un señor le preguntó un día ‘¿qué hay que hacer para cambiar el mundo?’ y la Madre Teresa le dijo: ‘cambie usted y cambie yo’. “Ahí está la cosa: cambiar ustedes y cambiar yo también. Por eso si queremos paz, felicidad, hagamos algo, aunque sea el poquito que podamos hacer para superar el atavismo de discordia que pesa sobre la sociedad argentina”.
Para finalizar, efectuó un llamado de atención sobre la importancia litúrgica del primer día del año: “Después de los festejos de la noche anterior, se suele dormir hasta tarde y a veces pasa un poco inadvertido, pero para nosotros los católicos, para la liturgia de la Iglesia, es la Festividad de Santa María Madre de Dios y es un complemento muy bello de la Navidad. Es notable como la Iglesia en la reacomodación de la liturgia ha puesto este día, el 1° de enero, como la solemnidad de la Virgen Madre de Dios que es la gran protagonista de este tiempo, porque da virginalmente a luz al Salvador del Mundo, el Señor de la Historia”.
Monseñor Aguer dijo: “Pensemos en ese título de la Virgen como Madre de Dios porque lo decimos todo el tiempo cuando rezamos el Avemaría, pero a lo mejor no pensamos suficientemente la enormidad de lo que estamos diciendo porque la tratamos como Madre de Dios. No decimos madre de Jesucristo, madre de un hombre, sino de Dios. Esto quiere decir que Aquel a quien la Virgen María llevó en su seno y dio virginalmente a luz es una persona divina, y porque es una persona divina a Ella la podemos llamar Madre de Dios”.
También recordó que este dogma de fe surgió en el año 431, en el Concilio de Éfeso, por iniciativa de San Cirilo de Alejandría, que además se pronunció contra la herejía de Nestorio, que era el Patriarca de Constantinopla. El prelado culminó señalando que “todo esto es para que recordemos que el día 1° de Enero hace comenzar el año con los auspicios de la Santísima Virgen y por eso no es un día sólo para asimilar las copas que bebimos el 31 a la noche, sino que es para, llenos de esperanza, empezar el trámite o el trance de un nuevo año que es el 2018 y que esperemos sea mucho mejor para todos. Eso es lo que yo les deseo a todos ustedes: un muy feliz año nuevo”, concluyó.+
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