Mons. Aguer: Inseguridad, causas y perejiles presos
“Suelo leer las noticias policiales -comenzó su reflexión el prelado platense- porque me interesa saber qué pasa a mi alrededor, y estoy asombrado porque, en esta región sobre todo, La Plata y sus alrededores, es cada vez más mayor la cantidad de menores que comenten delitos. En el centro de la ciudad de La Plata hay una bandita de chicos, de 9 o 10 años, que a la noche hacen destrozos, rompen las vidrieras de los comercios y sacan lo que quieren, abollan los autos, etc. Al parecer, no se puede hacer nada con ellos”, porque son menores.
“Si uno mira las edades que aparecen en las condenas o en las prisiones preventivas, vemos que tienen 17, 18, 19, 20 años, o sea chicos muy jóvenes. Me pregunto: ¿Qué pasa? ¿Por qué ocurre esto? Tengo la impresión de que 20 o 30 años atrás no era así, no era tal la cantidad de delitos y la edad de los delincuentes no era tan baja”.
“Ante ese panorama me parece importante tener en cuenta algunas de las causas. Primero está la destrucción de la familia. No hay familia. ¿Qué familia tuvieron esos chicos? ¿Qué ejemplo recibieron en sus casas? ¿Qué vieron de sus padres? ¿Sus padres tienen trabajo, son gente que trabaja? ¿Por qué han llegado a ese estado de delincuencia?”.
“Otro aspecto es la educación. ¿Esos chicos están educados? No me refiero solamente a la instrucción, que ya eso sería un gran adelanto, sino que me refiero a la educación como una formación integral de la persona. ¿Quién los educó? No sólo la familia, sino la escuela tiene mucho que hacer en esto. Yo, que soy alumno de la escuela estatal de la década del ’50 del siglo pasado, veo que aquello era verdaderamente educación, no solo instrucción, y de calidad. Los maestros tenían autoridad, y autoridad para educarnos en la vida, no solo para enseñarnos a leer y escribir. Aquí creo que hay una falla que se hace notar en la penosa realidad que estamos comentando”.
“En tercer lugar está la droga. Es sabido que muchos de esos chicos, casi todos, consumen droga. O probaron, o son adictos. Es tremendo ver cómo se extiende este flagelo, sobre todo en los barrios suburbanos. Cuando un chico está drogado o ingresa en una bandita que consume droga, ya cualquier cosa es posible porque le proponen cualquier disparate”.
“Otro factor es la pobreza, o lo que se llama sociológicamente pobreza estructural. Esto es, pobres que serán siempre pobres y que no podrán dejar de ser pobres. Esa pobreza estructural va unida, además, a una difusión cada vez más creciente del consumismo. Es decir, la imaginación de estos chicos como la de cualquier ser humano, se ve poblada de deseos de cosas que quieren tener y ¿por qué no las pueden tener ellos? ¿Por qué no pueden tener lo que tiene el vecino? El consumismo que estimula el deseo unido al hecho de que no pueden adquirir por sus medios lo que todos tienen, es un causa que hay que considerar para explicar el fenómeno”.
“Por último, para cerrar este comentario, a mí me apena que estos chicos enseguida vayan a la cárcel. Los “perejiles” van rápidamente a la cárcel y la cárcel está llena de “perejiles”. Los llamados “peces gordos” recién ahora están empezando a caer, uno u otro, no muchos, pero tienen tantos recursos económicos y legales que los ponen en ventaja con los pobres “perejiles” que simplemente van presos. ¿Cómo sacar a estos chicos de la situación en la que viven y ofrecerles horizontes de una vida mejor”?
“Todo esto tiene que ver con un problema social mucho más amplio que debemos considerar. Pongámonos en el lugar de la víctima de un robo o un atraco, de una golpiza y hasta del asesinato de un familiar, porque lo terrible es que estos chicos van armados y matan para arrebatar un celular. Pongámonos en el lugar de esas víctimas que tienen razón al reclamar justicia. Se habla de inseguridad, que es un término muy abstracto. La inseguridad está determinada por cosas concretas, lo que vemos en los diarios todos los días, lo que se sufre todos los días en tantos barrios, eso no se remedia simplemente a fuerza de garrote policial; esto se podrá remediar cuando el país entre en un camino serio de educación para el trabajo, de regeneración de la familia, y de justicia verdadera para todos. ¿Es mucho pedir?”, concluyó monseñor Aguer.+
Publicar un comentario