La caravana del migrantes es “una realidad indignante”, expresan los obispos hondureños

La caravana del migrantes es “una realidad indignante”, expresan los obispos hondureños

La migración de miles de hondureños “es una realidad indignante” provocada por “la actual situación” del país, expresaron los obispos hondureños a través de un comunicado en el que consideran que la solución “no es pedirles que regresen, la solución la encontraremos en abrir oportunidades permanentes para su realización personal y familiar, creando fuentes de trabajo para todos”.

La Iglesia que peregrina en Honduras, afirma el comunicado de la Conferencia Episcopal de Honduras, reconoce el derecho humano de cada persona a una vida digna y al desarrollo personal, familiar y comunitario. Es deber del Estado Hondureño brindar a sus ciudadanos los medios para cubrir sus necesidades básicas, como son: trabajo digno, estable y bien retribuido, salud, educación y vivienda. Y cuando esas condiciones no existen, las personas se ven obligadas a vivir en la fatalidad y muchísimos de ellos a emprender un camino que les lleve al desarrollo y superación, hallándose en la vergonzosa y dolorosa necesidad de tener que abandonar sus familias, sus amistades, su comunidad, su cultura, su ambiente y la tierra que los vio nacer.

Esa crisis humanitaria en Honduras no es nueva, dicen los obispos, la padece el pueblo desde hace años, ¡Cuántos cientos de hondureños han partido en forma individual todos los años y a cuántos los han regresados de México y de los Estados Unidos! Hemos sido sordos ante los gritos de abusos y violación a sus derechos en su trayecto y hemos sido ciegos para ver esa realidad, se lee en el comunicado, hemos preferido alegrarnos por la llegada de remesas, como una solución a los problemas internos. Lo novedoso de esa caravana, dicen los obispos, es la forma masiva de miles de personas, en su mayoría jóvenes, que van con la esperanza de obtener recursos suficientes para transformar a Honduras.

No es la hora de culpabilizar a personas o a partidos políticos, ni al Gobierno en turno. Eso sería mirar de manera superficial el problema, la responsabilidad es común, pero eso sí, pide la Iglesia hondureña, deben aceptar nuestros gobernantes de los últimos períodos que no han hecho bien las cosas, de modo que esta situación no llegara a los extremos que hoy estamos observando y que puede terminar en mayores frustraciones, resentimientos y negación de toda identidad nacional. La solución no es pedirles que regresen, la solución la encontraremos en abrir oportunidades permanentes para su realización personal y familiar, creando fuentes de trabajo para todos.

Los obispos indican que ahora es el momento de brindar salidas humanitarias a la población que va en caravana, pero también es hora de que tanto el Gobierno, el sector financiero, empresarial, trabajadores, campesinos y la sociedad en general emprendamos la tarea de establecer un nuevo pacto social que aborde profunda y definitivamente la solución a este drama social hondureño.

La migración es sólo una punta de este volcán, pero, la pobreza, la inequidad y la falta de oportunidades son sus otros componentes. Los sectores dirigentes no pueden ser insensibles ante el clamor de la población. ¡Ya no se valen más remiendos en esta sociedad hondureña!

También piden a las autoridades civiles que reorienten sus políticas y establezcan programas sociales verificables, reorientando el Presupuesto general de la República con esa finalidad. Es tarea urgente revisar el gasto público y los sueldos y salarios que devengan todos los funcionarios de Gobierno, la mayoría de las veces son sueldos escandalosos, frente a la miseria y pobreza del pueblo.

También dijeron los obispos, es una necesidad que los países desarrollados y los mismos Estados Unidos dejen de fomentar la xenofobia y condenar a los migrantes señalándolos como criminales, lacras sociales. Es muy conveniente que revisen sus políticas migratorias y asuman la propuesta humanista del Papa Francisco en su mensaje del año del 2018, sobre las migraciones, es obligatorio: acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados.

Rogamos a los países hermanos, se lee en el comunicado, por donde van transitando los migrantes hondureños, que se les respeten sus derechos fundamentales y se les ayude, por motivos humanitarios, para que ellos logren desarrollarse como personas.

Asimismo los obispos hondureños agradecen a los países vecinos de Guatemala y México: “Agradecemos a los pueblos de Guatemala y México, que han acogido con ejemplar solidaridad a nuestros hermanos atendiendo a los miembros de la Caravana Migrante. Agradecemos también a la Conferencia Episcopal de Guatemala y a la Conferencia del Episcopado Mexicano, en particular modo a nuestros hermanos obispos de las diócesis de Tapachula y de San Cristóbal de las Casas, por su petición a las comunidades cristianas para abrir las puertas de sus casas, ofrecer opciones útiles y velar por el bien de quienes buscan una vida mejor para sus familias. A todos nos preocupa la seguridad y protección de los migrantes, especialmente de las mujeres, los niños y de la tercera edad. ¡En nombre de Dios, muchas gracias!

Escuchar “los gritos del pobre”
Por su parte también la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) hizo un llamado a escuchar y atender “los gritos del pobre”, que hoy se encarnan en la caravana de migrantes centroamericanos que busca cruzar México en su esfuerzo por llegar a Estados Unidos.

Los obispos mexicanos publicaron un comunicado este 21 de octubre, titulado “Los gritos del pobre”, expresando su inquietud por “el grito estremecedor de nuestros hermanos de Honduras y de otros países centroamericanos que han emprendido una caravana en búsqueda de la supervivencia un éxodo de liberación”.

“Es un grito inarticulado que todo lo expresa en el silencioso e inhumano desplazamiento. Y asombrados contemplamos que con esta caravana, como con los distintos gritos del pobre, surgen miembros de la sociedad tratando de sofocarlos al percibir esos gritos como amenaza para su confort e intereses propios”, lamentaron.

Los obispos mexicanos destacaron el trabajo de “atención y acompañamiento” desplegado en los 133 albergues y centros de atención que tiene la Iglesia en el país, al tiempo que alentaron el trabajo conjunto de la Iglesia con las autoridades civiles.

“Escuchar los gritos del hermano significa para nosotros los cristianos compromiso y acción”, aseguraron.

La CEM subrayó que “nuestros hermanos en desplazamiento son los verdaderos pobres, a los que estamos llamados a dirigir nuestra mirada para escuchar su grito y reconocer sus necesidades”.

“Todos en la Iglesia y en la sociedad estamos llamados a salir al encuentro de los desplazados y ofrecer nuestro apoyo tanto organizado como espontáneo como principio de humanismo y caridad”, señalaron.

Los obispos recordaron además que el desplazamiento de los migrantes es causado "por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia, por lo que es fundamental realizar acciones que liberen de todos estos males rompiendo esas cadenas con la acción de Dios en cada uno de nosotros".

Al finalizar su mensaje, los obispos mexicanos pidieron a Santa María de Guadalupe que “suscite el amor de su Hijo en nuestros corazones para aprender a obedecer en esta escucha del grito de los desplazados”. +

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