Mons. Conejero Gallego llamó a percibir el sentido más profundo de la Navidad
Para empezar, recordó el cántico que entonaron los ángeles en el cielo, tal como narran los santos evangelios, cuando Jesús nació, cuando la Palabra de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros: “Dice el Evangelio que se escuchaba el cántico de los ángeles: gloria a Dios en el Cielo y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor”.
“Este es el verdadero contenido de la Navidad. A veces nosotros entre muchas luces, comida, bebida, sonidos pirotécnicos, no percibimos el sentido más profundo de la Navidad”, lamentó. “Me vienen a la mente esas palabras, cuando Jesús conversaba con la samaritana, que le decía: ‘Si conocieras el don de Dios… y quién te pide de beber’”, recordó.
“Y eso digo yo: Si realmente conociéramos el más hondo y profundo sentido de la Navidad, estaríamos todavía mucho más alegres, porque esta es una buena noticia: Jesús es la Palabra eterna del Padre que ha querido hacerse uno de nosotros, compartiendo en todo nuestra debilidad y fragilidad, menos en el pecado, para liberarnos precisamente del pecado y de la muerte”, destacó.
“Jesús, cuyo nombre significa ‘Dios salva’, es el redentor y el salvador. Él trae primero la verdad, porque Él dice de sí mismo: ‘yo soy testigo de la verdad y por eso he venido al mundo’, porque la verdad hay que expresarla y manifestarla. La mentira nos engaña a nosotros mismos y a los demás, pero no conduce a buen lugar. Cuando hay verdad, después viene el perdón, tener el coraje de perdonar como Dios perdona, que es misericordioso y compasivo. Y después del perdón, la justicia y la paz”, sostuvo.
“Estos días rezamos unos salmos muy bonitos, los salmos son oraciones de los hermanos mayores de la fe, del pueblo judío. El salmo 84, por ejemplo, dice que la verdad y la fidelidad van de la mano y que la justicia y la paz se besan, se abrazan”, señaló.
“Esta es la Navidad: Tenemos la esperanza de que Jesús venga para traernos la alegría de la reconciliación con Dios, el perdón de nuestros pecados. Nos trae el deseo y el anhelo también de ser más justos, y por supuesto de vivir y de experimentar la paz, esta paz con la que Cristo resucitado después va a saludar, y que hoy cantan los ángeles en el Cielo”, resumió.
“Yo quisiera que estas dimensiones de la verdad, de la justicia, de la paz, del perdón, pudiéramos sentirlas y experimentarlas en todas las dimensiones: en lo personal, familiar, comunitario y también social, porque fuimos llamados y creados para formar una sola familia, la familia de los hijos de Dios, y falta tanto aún para alcanzar esa fraternidad, superando discriminaciones y divisiones e injusticias también”, deseó.
“Esta es la Navidad y este es mi deseo para todos los formoseños: Que podamos alegrarnos, cantar con alegría, dando gloria a Dios y deseando la paz de corazón a todos los hombres”, animó.
Finalmente, pidió un respeto especial, como el papa Francisco lo ha señalado en estos días, a “los más pobres, los migrantes, porque vivimos en una sociedad donde lamentablemente hay mucho miedo a perder bienes, o creemos que el que es de otra nación, de otro país, viene a arrebatarnos algo, cuando en realidad son hermanos nuestros y son un don de Dios”, afirmó.
Finalmente, el obispo recordó que el 8 diciembre en el Anfiteatro de la Juventud “expresamos y dimos a conocer el nuevo lema pastoral diocesano. Este año nos acompañó ‘Permanezcamos en el amor de Jesucristo participando de su vida plena’, y en el nuevo año, tomando el tema de la vocación a la santidad, lo hemos expresado de esta manera: ‘Sólo tú, Señor, eres santo, fuente de toda santidad’”, detalló.
“Que la santísima Virgen del Carmen, madre y patrona de todos los formoseños, y todos los santos de los que es devoto este pueblo que peregrina en Formosa, intercedan por nosotros. Feliz Navidad y feliz año nuevo a todos”, concluyó.+
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