Mons. Buenanueva sobre la actualidad de la Iglesia: diálogo, renovación y cercanía
Por un lado, reconocieron la escasez de sacerdotes en relación a la cantidad de parroquias y de celebraciones, que llegan a tener sólo 50 asistentes en templos con capacidad para 26 veces más, situación que se evidencia en la catedral San Francisco de Asís.
Esta realidad llevó a prescindir de la misa los sábados y los domingos, y mudarla a la capilla del Santísimo, más pequeña, lindante al salón principal que puede recibir a 1300 personas sentadas, pero donde los fieles ocupan apenas el 4% de esa capacidad. El objetivo de la reorganización es achicar gastos y optimizar recursos.
Por otro lado, algunos sacerdotes de la diócesis tienen hasta tres comunidades a su cargo. Ese ajetreo es común a la mayoría de los curas -son seis para siete parroquias y varias capillas- y es consecuencia, en buena parte, de la crisis de vocaciones sacerdotales de la Iglesia Católica, que obliga a la diócesis a reorganizarse y contar con la tarea de los diáconos para mantener el trabajo pastoral.
Entre sábado y domingo llegaron a celebrarse hasta 36 misas, un "número excesivo" según las autoridades eclesiásticas en comparación a la cantidad de fieles que asisten.
En la catedral, por ejemplo, los fines de semana sólo hay misas el domingo: resignaron el sábado para "asegurar la celebraciones en otras parroquias", ante la escasez de sacerdotes, ya que uno solo, en algunos casos, llega a cubrir tres templos, indicó monseñor Buenanueva. “Además de ser párrocos, los padres tienen otros oficios pastorales que trascienden cada parroquia", recordó.
Por su parte, presbítero Zaninetti consideró que además de la falta de curas y una feligresía menos numerosa, otros factores los obligó a plantearse cómo coordinar una pastoral urbana más dinámica: "El crecimiento de algunas comunidades frente a otras que no lo hicieron tanto, influidas por el trazado de rutas, la desaparición del ferrocarril. La Iglesia se va adaptando a las transformaciones demográficas y culturales", reconoció.
"Hasta hace unos 15 años, las estadísticas revelaban que el 6% de los argentinos participaba de la misa los domingos, hoy esa cifra se redujo a 4 o 3%, o sea que hubo una reducción importante", agregó el obispo.
Consultado sobre qué espera la sociedad de un sacerdote, monseñor Buenanueva destacó que “buena parte de la sociedad es muy crítica con nosotros y está muy bien, pero a la vez es la contracara de que hay una expectativa muy grande”.
“La primera expectativa es que el cura sea testigo del Evangelio, de Cristo, que vive para los demás y para los más vulnerables, sobretodo. Nos piden una gran coherencia de vida. Muchos curas son entregados y abnegados, a pesar de la edad. La coherencia de vida además es una exigencia evangélica, pero no solo para con nosotros los curas. Nos hace bien sentirnos exigidos a ser lo que somos. La sociedad espera de nosotros capacidad de escucha, que la Iglesia sea una comunidad preparada y dispuesta a hablar de muchos temas”, afirmó.
Respecto a los temas como el aborto, trata de personas, prostitución, homosexualidad, el padre Zaninetti aseguró: “Podemos hablar de todo con nuestros laicos, porque son lúcidos y quieren tratar con madurez ciertos temas. Que esto suceda nos permite ser confrontados, despertar expectativa y alentar la búsqueda personal en los laicos; alimentar una comunidad madura en el diálogo y el sentido de la Iglesia como gran familia”.
Por su parte, el obispo destacó una reciente experiencia en escuelas de la región: “En una charla con alumnos, empezaron a preguntarme sobre temas urticantes como matrimonio igualitario, celibato o abuso sexual en la Iglesia. Es importante la mirada de la Iglesia frente a temas fuertes y en ese sentido no siempre los ministros tenemos la misma visión ante los grandes debates de la sociedad”.
Vocación sacerdotal y celibato
Los pastores se refirieron también a las vocaciones sacerdotales: Monseñor Buenanueva recordó que “la vocación la regala Dios. Juan Pablo II decía que la vocación es el más profundo sentido de existencia. Después tenemos que hacernos cargo de generar las condiciones para ese especial compromiso con Jesús en un ambiente que habitan hombres y mujeres, la vida de consagración. Los pastores consagrados debemos dar testimonio de nuestra fe. Será un desafío en este tiempo saber dialogar con los jóvenes, interpretar esa cultura juvenil rescatando los valores positivos y poder entablar un diálogo para ayudarlos a vivir su fe”, señaló.
El párroco de la catedral, por su parte, afirmó que “el desafío hoy es ayudar a los jóvenes a encarar la vida con una vocación en todas las posibles formas. No solo está en crisis la vocación religiosa, también otras formas de vida como el matrimonio”.
En cuanto a los sacerdotes que dejan los hábitos, el prelado explicó que “esa decisión es muy difícil para él, está regada por muchas lágrimas para él, para su familia, para sus amigos. La gente valora más que un cura confiese que deja de serlo porque está enamorado. La crítica sigue siendo hacia el celibato. Muchos consideran que nosotros no vivimos el celibato. Esa sospecha y esa mirada crítica sí la sentimos, a veces burlona, otras veces agresiva. Cuando un cura es joven, pesa más, de grandes, hay más libertad interior y ya no preocupa tanto”.
Sobre la posibilidad de casarse para los pastores católicos, monseñor Buenanueva destacó que “hoy en la Conferencia Episcopal Alemana hay una discusión muy fuerte en torno al celibato sacerdotal, de hecho, está dispuesta a llevar a fondo el tema”.
Refiriéndose a la posición del papa Francisco sobre el tema, reconoció: “Personalmente, yo tampoco creo que abolir el celibato sea una solución frente a la crisis de vocación del sacerdocio. Pero de suceder, si estuviésemos casados ¿cómo haríamos para llevar adelante la actividad al servicio de la pastoral y todo lo que ella demanda?”.
“No significa que la vida en celibato hoy no plantee grandes desafíos, porque los jóvenes que realizan el seminario son hijos de esa cultura, en la que la fragilidad emocional tiene que ver directamente con el miedo de vivir la propia sexualidad y también condiciona el modo de cómo se abraza una vocación. Por ello hay que ayudarlos. Un cura, a lo largo de su vida seguro se va a enamorar o si eso no pasa, experimentará las dificultades de enfrentar la sexualidad que es una cuestión libre en las personas; ahora bien, debemos ayudarlos a crecer en su elección”, explicó.
“El celibato no es solamente ‘no’ a la intimidad sexual; ‘no’ a formar una familia, es ‘no’ a todo eso pero para potenciar nuestra consagración a Dios y entrega a su pueblo, con una renuncia que se va a sentir toda la vida. No es verdad que la mujer o los hijos puedan ser suplidos por la Virgen María o la comunidad cristiana, no. Es una renuncia que no se suplirá nunca, por ello hay que potenciar las motivaciones más profundas. Hoy dentro de la Iglesia hay un diálogo muy franco entorno a esto. Son temas que se están discutiendo con mucha franqueza”, sostuvo.
Consultado sobre la crisis de abusos dentro de la Iglesia, expresó: “Los abusos sexuales constituyen la crisis más grande que tiene la Iglesia, que afecta su credibilidad. Se está jugando su credibilidad en la capacidad que tenga de solucionar a fondo esto, lo que no solo significa mandar a la cárcel a los curas abusadores, sino también ayudar para que el delito del abuso sexual desaparezca de la sociedad toda. Es un fracaso humano muy profundo de toda la sociedad, y peor que suceda dentro de la Iglesia. Aun reconociendo lo insuficiente de la respuesta eclesial a los abusos, no se puede decir que existe pasividad, voluntad de ocultar o dejar pasar el tiempo sin resolver este problema”, consideró.
En la diócesis de San Francisco, la cantidad de nacidos que se bautizan se mantiene, y también las primeras comuniones. No hay disminuciones en cuanto al número de chicos que hacen la catequesis, tampoco en las confirmaciones.
Como otra cara de la misma moneda, hay menos celebraciones del matrimonio: La gente se casa cada vez menos por Iglesia pero bautiza a sus hijos y los manda a catequesis. ¿Por herencia familiar? ¿Por tradición? "La explicación a esto puede darse por una cuestión de legado familiar, de costumbre o tradición, pero lo que está en crisis no es la fe, sino las prácticas de esa fe católica", señaló monseñor Buenanueva.
Salir del templo
De un tiempo a esta parte, "fuimos madurando criterios comunes para la acción pastoral, implementar acciones de integración en un marco de diálogo y en esa discusión entró el tema de la cantidad de misas, las que considerábamos y seguimos considerando excesivas", comentó Zaninetti.
Por ello, "decidimos reorganizarlas pensando en la menos cantidad de fieles y de curas, para sostener un servicio que sea de calidad pastoral".
Además, siguiendo el consejo del Papa Francisco, comenzó a gestarse una Iglesia más misionera, que salga a la calle y cree una cultura del encuentro para alentar a los fieles católicos. Un ejemplo de ello fue en 2011 el comienzo del proyecto Misión Ciudad, peregrinando los barrios y con la Carpa del Encuentro y la Escucha.
Sobre el crecimiento en número de fieles de otros credos respecto al católico, el pastor de San Francisco explicó que “el mayor crecimiento se da en un grupo denominado Pentecostales. El pentecostalismo es el grupo religioso que más está creciendo en todo el mundo. Tiene principios que los católicos debemos apreciar e imitar. No se detienen tanto en una doctrina, en verdades abstractas sino que es un encuentro de personas en el que se anuncia a Cristo, pero no un Cristo etéreo, sino un Cristo que ayudará a superar el alcoholismo, las adicciones; un Cristo que ayuda a perdonar una infidelidad en la pareja; esa experiencia de Cristo salvador, de Cristo médico, que da fuerzas para afrontar las situaciones de la vida. El pentecostalismo aborda las relaciones humanas primarias, acompaña en el dolor y sale del templo. Este mensaje ha calado hondo en la Iglesia Católica, que empieza dejar de esperar a que la gente venga a la parroquia y empieza a salir, a visitar a los fieles puerta a puerta, de hecho lo hacemos y la gente nos recibe muy bien”, aseguró.
Iglesia y política
Finalmente, sobre la relación de la Iglesia con la política, el prelado aclaró: “La gente dice ‘no se metan en política’, pero la política como la economía tiene una dimensión técnica y otra ética. En esta última es que entramos los religiosos, porque tiene que ver con el bien común, con la justicia social. La Iglesia ha sido una de las más críticas de la pobreza, desde la época menemista. Advierte las consecuencias graves de algunas políticas públicas y un escenario que ningún gobierno ha logrado revertir: el núcleo de la pobreza estructural de la Argentina, que alcanza a la tercera parte de los ciudadanos con el 46 % de los niños por debajo de la línea de pobreza y eso condiciona su futuro. La Iglesia llama la atención sobre el peso de la corrupción”, advirtió.
En cuanto a los temas de actualidad abordados en las homilías, el presbítero Zaninetti explicó que “el sermón o la homilía busca ser un diálogo familiar en el que el pastor baja la palabra de Dios para abordar temas de la realidad. Muchas veces el Evangelio hecha luz sobre algunas cuestiones. Se trata de darles herramientas a los feligreses para discernir sobre determinados temas, iluminarlos desde la fe”.
Sobre la educación sexual, monseñor Buenanueva afirmó: “No nos compete dirigir la política educativa de un gobierno, de un país, pero sí somos parte del sistema educativo y merecemos tener una palabra, intervenir en la dimensión ética, en los valores”.+
Publicar un comentario