El obispo consideró este momento “un nuevo regalo durante este tiempo jubilar”, ya que es el primer diácono permanente de la diócesis. “Con esta ordenación diaconal se nos hará más visible la inagotable riqueza de la Iglesia que nos ha dejado Jesucristo. En nuestra diócesis se hace presente un importante carisma que hasta el momento no contábamos”, destacó.
“En una comunidad eclesial organizada, los ministerios, los carismas, los dones y talentos están llamados a complementarse y enriquecerse entre sí a fin de que la Iglesia pueda llevar adelante, y de modo eficaz, la apasionante tarea misionera”, señaló monseñor Montini.
“El diaconado en la comunidad cristiana es sacramento, es decir hace visible a Jesús que ‘no vino para ser servido, sino para servir’ como acabamos de escuchar en el relato evangélico. El ícono por excelencia de esta diaconía de Jesús es la conocida y ponderada escena del lavatorio de los pies. El diaconado, por tanto, nos habla y nos muestra a Dios, que haciéndose pequeño se hace el servidor de toda la humanidad”, destacó.
“El diaconado además, como institución permanente recuerda a la Iglesia su vocación y misión. La Iglesia no es una institución de poder. Su poder está en su autoridad moral y en su vocación de servicio a la humanidad, para que como bien nos lo recuerda el evangelista San Juan, los hombres de todos los tiempos ‘tengan vida, y vida en abundancia’”, afirmó.
“La Iglesia ejerce este llamado diaconal anunciando y manifestando al hombre de hoy, la vida abundante que Jesús nos vino a traer”, recordó el prelado. “El diaconado permanente también le recuerda al mundo, con su sola presencia, que la vocación y por tanto la fecundidad del hombre está en hacer de su vida un servicio y una ofrenda a los demás: ‘¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?’”, planteó. “La vocación del hombre –he aquí el secreto de su felicidad- está en dar la vida para que otros tengan vida. Estar al servicio. En este mundo tan marcado y entretenido por el individualismo y el consumismo, la Iglesia no puede dejar de recordar este horizonte de plenitud y felicidad que sólo puede dar una vida prendada por el servicio”.
Finalmente, el prelado aseguró: “No sólo José irá conociendo progresivamente esta inmensa gracia recibida, sino también todos nosotros iremos aprendiendo qué es y qué hace un diácono permanente en la comunidad cristiana. El estudio, la reflexión y la oración nos ayudarán a comprender este regalo con el que Dios ha querido bendecir nuestra Iglesia en este tiempo jubilar”.
“Querido José, recibiste junto a Juana el sacramento del matrimonio, ahora Dios te reviste con un nuevo sacramento, para el bien de tu familia y de toda nuestra Iglesia diocesana. Deberás seguir correspondiéndola con tu oración, con tu entrega y con tu servicio. La diócesis con sus diversos talentos y carismas, te aseguran su compañía y su oración”, afirmó.
“Nos encomendamos a nuestros patronos, la tierna Madre de Itatí y al Apóstol Santo Tomás. Y en esta oportunidad, le pedimos una especial mediación a San Lorenzo, patrono de los diáconos”, concluyó.
José Antonio Méndez es oriundo de ciudad de Paso de los Libres. Es casado, con hijos y un nieto. Junto con un grupo de hombres, se preparó para el diaconado en la Escuela Diocesana de Diáconos Permanentes. Ejercerá su ministerio diaconal en la parroquia Santa Rosa de Lima, de Paso de los Libres.+
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