Los mercedarios estudian la prevención de abusos a menores

En el marco de la Asamblea de Misión Redentora Compartida de la Provincia Mercedaria Argentina, se desarrolló un taller de formación sobre la temática del cuidado de la vida y el favorecimiento de una cultura con ambientes sanos y seguros en la Orden y en la Iglesia, poniendo especial énfasis en la prevención de los abusos a menores y a personas vulnerables. Para llevar a cabo este propósito se está formando una comisión cuya creación se espera comunicar en breve.

La Asamblea de Misión Redentora Compartida, en la que participaron religiosos y laicos de todas las comunidades mercedarias del país, se llevó a cabo en Córdoba, en la hospedería del Convento y Colegio León XIII, los días 16 y 17 de agosto último.

También participó el padre fray Mario Salas Becerra O.de M., superior provincial de Chile, quien vino para compartir el camino que la comunidad mercedaria chilena viene recorriendo en su país en relación con la temática específica de la prevención de abusos.

Al término del encuentro, fray Mario Salas Becerra, que preside en Chile la Comisión Provincial de Prevención de Abusos y Promoción de Ambientes Sanos, recientemente formada, efectuó declaraciones en las que relató su experiencia sobre la cuestión de los abusos.

Declaraciones del padre Salas Becerra
-“Ya hace diez años que estamos trabajando con estos temas. Y también colaboramos en Latinoamérica desde la Conferencia Latinoamericana de Religiosos (CLAR). Algunas religiosas y religiosos ya han ido a otros países para dar charlas y para acompañar a otros religiosos y a otras diócesis sobre esta temática. Nos dimos cuenta de lo mucho que habíamos avanzado como país en esta materia, producto de la urgencia y la emergencia que tuvimos que afrontar".

"Vine a la Argentina con gran agrado por la invitación del superior provincial de aquí, Fray Ricardo Guzzo O.de M. No vine como un experto, sino a hablarles de lo que nos tocó vivir como Provincia chilena, y lo que hemos aprendido desde la realidad. Lamentablemente hemos vivido hechos muy dolorosos y estamos obteniendo un profundo aprendizaje en estos temas, y qué mejor que ponerlo a disposición de los hermanos, porque todos tenemos que estar en la misma".

"Advierto que de aquí a diez o quince años más, el sistema preventivo va a ser un tema al que hay que ponerle mucha atención en la Iglesia. Y cada comunidad, cada provincia religiosa tiene que crear su propia comisión de prevención que ayude a que esto nunca más vuelva a ocurrir.

-A partir de su experiencia personal y desde las experiencias comunitarias, ¿qué considera importante en materia de prevención de abusos?

-"Primero, que este tema se dialogue, que no sea un tema del que no hablemos. Estar conscientes de que el abuso puede ocurrir. Hubo casos en Chile en distintos ámbitos de la Iglesia y la sociedad, partiendo desde la familia. Entonces lo primero es estar conscientes y hablar del problema en nuestras comunidades.

"En segundo lugar, la capacitación es fundamental. Entender el problema del abuso es complejo. Tiene muchas causales. No solamente el acto abusivo, sino todo lo que lo rodea. Y entenderlo, capacitarse y formarse comunitariamente para entender el fenómeno.

"Es fundamental el apoyo a las víctimas. Escucharlas, acompañarlas y, también -como ha sido en los últimos años-, ocuparnos de los victimarios. Aunque parezca más complejo, más difícil, también hay que preocuparse por ellos.

"Con todo lo que la Iglesia vivió en Chile creo que puede aportar muchísimo a la sociedad. Nosotros llevamos un largo camino recorrido en materia preventiva. No así el Estado chileno, que no creció mucho en eso. El Estado se preocupó más bien de perseguir el delito y al victimario, y está bien, ese es su deber. Pero en sistemas preventivos, en crear políticas de este tipo, la Iglesia puede hacer un gran aporte.

-¿Desde el ámbito escolar también se hace prevención en Chile?

-Sí, nuestros colegios están recibiendo módulos de formación básica específica, destinada a los agentes pastorales, cualquiera sea su estado de vida en la Iglesia, y exigimos que todos los docentes tengan esa formación en el tema. Además pedimos que tengan sus propios protocolos como nos ordena el Ministerio de Educación. Pero ahora estamos focalizados en cómo fortalecer la prevención en nuestros colegios y en las parroquias.

-¿De qué manera el carisma mercedario, como una cuestión de identidad, impulsa al compromiso con la realidad de los abusos?

-Tiene mucho que ver con lo que hacemos como mercedarios. La Merced se preocupa por los más pequeños, los más desvalidos, los que no cuentan; y los que no cuentan acá son los vulnerables, son los menores, que son justamente las víctimas de todo esto. Las víctimas actuales y las víctimas de hace veinte o treinta años.

Sería bueno que se forme en la Argentina una comisión que ayude a mirar estos temas en el país y en particular como provincia mercedaria. Nosotros estamos recién comenzando. La consigna es la formación y en Chile cada fin de semana hay distintos lugares donde uno puede adquirir una formación de este tipo, tanto en la arquidiócesis de Santiago como en las diversas congregaciones. Hay muchísimos espacios donde se estudian estos temas. Tenemos que formarnos. Es la única salida de todo esto.

-¿Cómo está formada esa comisión y de quién depende, a quién responde?

-Primero fue una solicitud de la Conferencia Episcopal de Chile, para que cada diócesis y cada congregación tenga su propio consejo de prevención. A partir de ahí, nosotros los mercedarios, cuando asumimos en enero, nos propusimos constituir una comisión que esté integrada por gente de nuestras parroquias y de nuestras comunidades. Tenemos un abogado, que es el asesor de la pastoral juvenil mercedaria; tenemos un psicólogo, también de vasta experiencia pastoral en nuestras comunidades; un profesor, que desde el mundo educativo nos va a ayudar; y tenemos una orientadora social que es la secretaria de la basílica Nuestra Señora de la Merced en Santiago Centro. A esta comisión la preside el provincial, y en los próximos meses se integrarán más religiosos que puedan ayudarnos.

La misión principal es ayudarnos a crear planes, programas y proyectos que apunten a la prevención, y que podamos tener un consejo que ayude al provincial a enfrentar los casos que puedan ir surgiendo. Es bueno enriquecernos con el aporte de los laicos frente a algunos temas.

-Padre Salas, ¿cómo sigue una comunidad eclesial después de un suceso tan doloroso y dramático de un caso de abuso?

-Creo que nuestras comunidades, y las parroquias del país, no bajaron la asistencia de fieles a la Eucaristía. Uno piensa que por la cuestión de los abusos la gente huyó de la Iglesia. Sí, la gente mira con desconfianza algunos procesos, están más atentos. Queda la impresión de que la Iglesia no tiene gente, que las personas no van a misa, pero quienes opinan eso en los medios no es gente de iglesia, no van a misa, desconocen la dinámica propia de una parroquia o de un colegio. En Chile, aunque parezca extraño, la gente prefiere los colegios religiosos a los estatales. Hay cientos de familias que están esperando cupo para ingresar en nuestros colegios. Pese a todo, confían en la educación católica, confían en que estamos haciendo las cosas bien. Pero eso es una comunidad que se está levantando, una comunidad que está llamada a ser más humilde, a poner a Cristo en el centro como dijo el papa Francisco en su carta, a volver a lo fundamental: a preocuparnos de los pobres, de los vulnerables, de los marginados, de los que no cuentan. Es una Iglesia que se está formando para estos temas.

Esto es importante dejarlo claro porque a pesar de todo, los únicos que damos información de este tipo somos nosotros. En Chile hay una o dos fundaciones que también trabajan en la temática, que son fundaciones creadas por víctimas de abuso sexual, pero no abarcan el tema con la amplitud que nosotros abarcamos. A veces tenemos talleres de capacitación de 200 personas; hacemos un taller para formadores que tiene un cupo máximo, y en el que necesitamos hacer una selección porque el número de aspirantes duplica la capacidad que tenemos. Eso indica que hay una preocupación de parte de nuestras congregaciones, de nuestras comunidades para formarse. Creo que en la Iglesias chilena estamos en un buen momento histórico, a pesar de todo lo que significan los abusos, del horror y de la vergüenza que significaron, de la impotencia. Creo que la crisis siempre es una oportunidad. Y estamos en ese paso que provoca la crisis.

-¿Cómo se le anuncia, o se le vuelve a proponer el amor, la misericordia, la cercanía de Dios a una persona o a familiares de víctimas de abusos de parte de la Iglesia?

-Escuchando. Yo tuve la oportunidad de escuchar a las víctimas, y cuando uno escucha a la víctima, cuando ven a la Iglesia que escucha, que entiende, que acompaña, ayuda mucho a sanar heridas. Creo que la tarea de la Iglesia es esa. Desde la humildad escuchar, pedir perdón de corazón, acompañar, reparar y salir adelante. Ese es el camino.

Ya no vale el refugiarse y el defenderse. No podemos como dice el dicho tapar el sol con la mano. Esta es la realidad. Ahora nos corresponde acompañar a las víctimas. También a los victimarios, que ese es un tema todavía pendiente.

Una palabra de ánimo y de invitación a la participación y al compromiso de todas las personas en la prevención de abusos: Tener mucho entusiasmo. Aunque parezca duro el tema, está en nuestras manos ahora cómo prevenir. Y hacernos cargo de la realidad que ya está. Que ninguno de nosotros es responsable de los abusos que se cometieron hace treinta años. Pero ahora tenemos en nuestras manos la posibilidad de prevenir esto para el futuro.+

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