A las 19, comenzó la misa que fue presidida por el arzobispo de Tucumán, monseñor Carlos Sánchez, y concelebrada por el cardenal Luis Héctor Villalba, arzobispo emérito de la arquidiócesis, y otros sacerdotes del clero diocesano
La homilía estuvo a cargo del cardenal Villalba, quien ensalzó a la Virgen de la Merced como “defensora y protectora”: “Hoy en su día queremos pedirle por nuestra Iglesia diocesana, por nuestro arzobispo Carlos, por los sacerdotes y diáconos, por los consagrados y consagradas, por todos los fieles laicos: por los niños, por los jóvenes, por las familias, por los ancianos, por los enfermos, y por nuestros seminaristas y las vocaciones sacerdotales y religiosas”, dijo al comenzar.
Mencionó a Cristo como maestro, del quien “tenemos que aprender”, su estilo pastoral “es de cercanía”: “Jesús se acerca a la gente, la escucha y le da la verdadera respuesta”. “Jesús no se adelanta a solucionar los problemas. Él deja que se acabe el vino, deja que se desate la tormenta, deja que muera Lázaro”, recordó.
El cardenal Villalba hizo referencia al ícono de Emaús, como una invitación a “iluminar nuestra pastoral”. Así como estos discípulos que “abandonan la comunidad después de la muerte de Jesús”, también “muchos de nuestros bautizados están alejados de la comunidad eclesial”.
En este sentido hizo referencia a quienes participan de la tradición religiosa pero no practican la fe habitualmente. Entonces Jesús “se acerca a estos discípulos y se pone a caminar con ellos”: “Esto es lo que tenemos que hacer para ayudar a nuestros hermanos a encontrarse con Jesús. Es necesario, ante todo, acercarse, ponerse a caminar juntos. Acercarse significa salir a buscarlos, ir a las casas, allí donde están”, animó.
“En el relato”, continuó el cardenal, “los discípulos están tristes y desilusionados”. Pero cuando Jesús les habla, “les hace ver los acontecimientos de la vida una manera nueva y llena de esperanza”. Es así como “los discípulos de Emaús redescubren a Cristo en su misterio. Entonces renace el ardor que mueve y empuja a proclamar la fe”.
Por eso, el cardenal Villalba alentó a la comunidad tucumana a tomar este camino con cercanía y “la Eucaristía es el sacramento de la cercanía de Jesús. El Señor camina con nosotros, como caminó con los discípulos de Emaús”.
Seguidamente, el purpurado mencionó los problemas sociales y a la solidaridad como la gran virtud cristiana: “Si somos hijos de un mismo Padre y hermanos entre nosotros debemos ser necesariamente solidarios”.
Luego recomendó “recuperar el encuentro” a través del diálogo: “Dialogar es no sólo oír, sino escuchar. El otro, aunque ideológicamente, políticamente o socialmente esté en la vereda de enfrente, siempre tiene algo bueno que dar y yo algo bueno que darle. El diálogo es fecundidad. Los monólogos se pierden”.
Finalmente, rezó para que la Virgen “sea nuestro modelo. Le pedimos que nos enseñe a encontrarnos cada día con Jesús. Que nos empuje a salir al encuentro de tantos hermanos y hermanas que están en la periferia, que tienen sed de Dios y no hay quién se lo anuncie”, concluyó.+
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