El pontífice se reunió durante unos 25 minutos en el palacio Imperial en Tokio con el recién entronizado emperador del Japón, Naruhito, y sin la presencia de la emperatriz Masako.
Francisco llegó en coche hasta la entrada del palacio donde le esperaba el emperador vestido con traje oscuro y pasaron algunos minutos estrechándose la mano y saludándose antes de entrar a la reunión.
En una enorme sala sin mobiliario, sentados en dos sillas y con una mesa con un enorme jarrón con flores en el fondo, comenzaron la reunión gracias a un intérprete por parte de la Casa Real.
El papa regaló a Naruhito un mosaico realizado por la fabrica de mosaicos del Vaticano que reproducía una vista del Arco de Tito, en Roma, del pintor Filippo Anivitti.
De nuevo, y siempre solos, el emperador acompañó al papa a la salida para despedirlo y no han transcendido más detalles de la reunión. El papa y Naruhito mantuvieron una reunión en el Vaticano en 2016, cuando aún no era emperador.
Su Majestad Imperial Naruhito, actual emperador de Japón, es el hijo mayor del ex emperador Akihito y de la ex emperatriz Michiko, nació en el Palacio Togu de Tokio en 1960.
El 1 de mayo de 2019 asciende al trono, tras la abdicación de su padre, el ex emperador Akihito, después de más de 30 años de reinado. Se trata, por tanto, de un momento histórico en la historia del país y de la casa real japonesa, la monarquía hereditaria más antigua del mundo. Según la constitución japonesa, el emperador es el “símbolo del Estado y de la unidad de su pueblo”. +
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