“Para nosotros es verdaderamente una gran alegría, un gran honor recibir al Papa aquí en el Santuario”, comentó a VaticanNews el vicario del santuario franciscano del Pesebre, padre Luciano De Giusti, quien aclará que el pontífice ya había visitado el santuario en una visita privada en enero de 2016.
La visita del pontífice del próximo domingo –explicó el padre De Giusti- movilizará a los lugareños que querrán ver al Santo Padre, tanto en pequeña plaza frente a la iglesia, como a lo largo de las calles.
El sacerdote franciscano contó a VaticanNews que tanto en Greccio, lugar donde san Francisco celebró la Navidad del año 1223, y en todo el valle de Rieti, se siente una espiritualidad franciscana muy fuerte que atrae –especialmente en este período de Navidad- a muchos peregrinos de todo el mundo.
“Sí, se vive y se respira aún el mensaje de Francisco de Asís. Aquí verdaderamente está este mensaje de un Dios que se hace pequeño, que desciende y que quiere ser acogido en nuestra vida. Por lo tanto aún es un mensaje para cada uno de nosotros del humilde Dios que se hace niño y que realmente no causa miedo a nadie”, expresó el padre De Giusti.
San Francisco y el primer pesebre
Se cuenta que San Francisco mientras recorría la pequeña población de Rieti en 1223, la Navidad lo sorprendió en la ermita de Greccio y fue allí donde tuvo la inspiración de reproducir en vivo el nacimiento de Jesús.
Greccio es una pequeña población de 1.500 habitantes, situada entre Roma y Asís, a 15 quilómetros de Rieti. El santuario se encuentra a poco más de dos quilómetros, encima de una escarpada roca y rodeado de bosques de encinas. Desde la explanada se contempla el castillo de Greccio y una hermosa vista del valle de Rieti.
A San Francisco este lugar le gustaba porque le parecía «rico en su pobreza», y el territorio porque decía que no había visto ningún otro con tantas conversiones como este. Muchos de sus habitantes, empezando por Juan Velita, señor de Greccio, profesaron la Regla de la Tercera Orden y llevaban una vida de penitencia en sus propias casas.
Todo se celebró como estaba previsto: la noche de Navidad, la gente del castillo se dirigió al lugar donde vivían los frailes, cantando y con antorchas y en medio del bosque. En una gruta prepararon un altar sobre un pesebre, junto al cual habían colocado una mula y un buey. Aquella noche, Greccio se convirtió en una nueva Belén.
Para una celebración tan original Francisco había obtenido el permiso del papa Honorio III.
Hoy el santuario de Greccio creció mucho: a la antigua iglesia y convento del siglo XIII se añadieron otras construcciones y una iglesia más espaciosa, pero el lugar conserva todo su encanto. La gruta, transformada en capilla el mismo año de la canonización del Santo, se conserva casi intacta, con la roca que sirvió de altar y de pesebre. Sobre la pared frontal hay restos de algunos frescos de la escuela de Giotto, de los siglos XIII-XIV.
En la explanada delante del santuario está la nueva iglesia, del 1959, con algunas vidrieras modernas y varias representaciones del Nacimiento de Cristo. En los alrededores está la celda donde se retiraba San Francisco.
Asimismo, la tradición señala que el primer nacimiento se construyó en Nápoles a fines del siglo XV y fue fabricado con figuras de barro. Generalmente el nacimiento se arma antes de la Navidad, el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, y se conserva armado hasta que concluye el tiempo litúrgico de Navidad el 12 de enero, día de la Epifanía. +
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