Mons. Frassia en Cristo Rey: Que no se nos pase la vida superficialmente
La liturgia de hoy es resumen de una realidad fundamental, la realidad de Cristo que vino enviado por el Padre, que nace en el seno virginal de María y que se nos da por medio de María como verdadero Dios y verdadero hombre, y que viene a cumplir una misión: dar la vida por nosotros. Con su Cuerpo y con su Sangre nos redime y es capaz de transformar el corazón humano. Es capaz de perdonar nuestros pecados. Y es capaz de decir que la muerte no tiene la última palabra, porque hay vida y hay resurrección, expresó.
Frente a esta presencia de Jesucristo Rey siempre se suscitan dos expectativas o dos posturas. Una, la del mal ladrón, que no sabe reconocerlo y que quizá busca solo sus propios intereses, mezquinos; y está el otro, el buen ladrón, que es capaz de darse cuenta -además de reconocer su delito- y pedirle a Jesús que tenga misericordia de él. Por eso creo que, a la altura de la vida en que nos encontramos todos y cada uno, debemos preguntarnos ¿qué postura tenemos?, ¿qué pregunta hacemos?, ¿qué esperamos de Jesús?, animó.
En ese marco, advirtió: No sea cosa que se nos pase la vida en superficialidades, o en cosas de poca valía que sí tienen su interés, pero no son capaces de llenar el alma o de dar una respuesta total y definitiva. Eso nos puede pasar a todos: a los laicos, a las religiosas, a los sacerdotes, a los diáconos, al obispo. Es por eso que hay que meterse más adentro del misterio y saber que hay que vivir de lo que es definitivo. Y eso, que es definitivo, es capaz de constituir otras cosas definitivas. Si uno cree en el Señor y el Señor realmente está, nos ayuda a superar dificultades, nos ayuda a vencer la envidia, el odio, el resentimiento, la injusticia, la corrupción, la mentira; y nos da fuerza para que, de alguna manera, uno pueda vivir y dar vuelta todas las cosas, aseguró, para dejar de ser esclavo y vivir como libre.
Para esto, llamó a discernir: ¿Qué cosa tiene que entrar en mi vida?, y ¿qué cosa no debe entrar en mi vida?. Hay que pensar, hay que ver qué cosa tiene verdad y qué cosa no la tiene. En segundo lugar, señaló, hay que dar prioridades: ¿Qué cosa es importante para uno?; ¿Es importante tener comunicación con los hijos?, entonces hay que apagar el televisor; ¿Es importante escucharlos?, entonces hay que detenerse un poco más; ¿Es importante tener calidad de vida?, entonces hay que pensar en las personas como personas y no como objetos o como circunstancias, advirtió. ¡Hay que tomar decisiones porque nadie podrá hacerlos por nosotros!, recordó.
Por eso, sepamos que la fe es esencial a nuestra vida; pero la fe -al ser esencial- toca lo más íntimo de nuestra existencia; de ahí que un creyente sea una persona totalmente comprometida, metida en serio en la vida pero sabiendo darle orientación, viviendo de acuerdo a las motivaciones, con criterio, es madura, es firme y obra en consecuencia.
Pidamos a Cristo Rey que nos dé fuerza para no tener excusas, para no mirar a otro lado, ni para que pase la vida superficialmente. ¡Calidad de vida y no cantidad de tiempo! ¡Calidad de presencia! ¡Calidad de encuentro! Tener unidad con todo, con uno mismo, con los demás, con la Iglesia, con la sociedad, con el planeta, con el mundo entero, con el universo, animó.+
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