"El Evangelio de este domingo -reflexionó monseñor Martínez- señala con definición y claridad que si nos llamamos cristianos tenemos que asumir un estilo de vida, criterios y opciones que muchas veces van a contrapelo de lo que es habitual en los ambientes en los que estamos, como 'el ojo por ojo y diente por diente'. El Señor nos dice que tenemos que tomar la decisión de vivir de otra manera: 'Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra".
Y prosigue: "Pero el Señor va más allá y pone como exigencia del seguimiento el amor a los enemigos: 'Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo… Si ustedes aman solo a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?"
"Si realizamos un auténtico examen de conciencia sobre nuestro estilo de vida y manera de obrar, seguramente en la mayoría de los casos nos podemos encontrar muy lejos a esta enseñanza y aún peor, quizás podamos sentirla como algo alejada de la realidad y nos parezca imposible ponerla en práctica. Es cierto que en nuestros ambientes laborales, comunitarios o familiares, y aun políticos y sociales, percibimos todo lo contrario a estas enseñanzas del Señor", consideró.
"El 'ojo por ojo y el diente por diente', el dañar y vengar al que me genera inseguridad, que capto que no me quiere o me hace daño es la moneda corriente con la que convivimos. Es muy difícil romper con los circuitos de violencia, y la falta de diálogo real, si no hay una conversión que implique cambiar la manera de plantear nuestras relaciones, y el convencimiento de que amar es posible, incluso al que aparece como peligroso a mi propia existencia e intereses", comentó.
"Esta violencia -expresó por último el prelado-, que muchas veces nos escandaliza cuando observamos algunos escenarios sociales y políticos, y que también se expresa en estilos de vida que nos presentan novelas, películas y programas de diversión, ocurren también, en una escala menor seguramente, en nuestras familias, trabajos y pequeñas comunidades cotidianas. El tomar la decisión de amar incluso al que no me interesa, me desagrada o al que me daña, nos permite vivir la bienaventuranza que nos dice: 'Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados Hijos de Dios".
Las vocaciones sacerdotales
En otra parte de su comentario semanal, monseñor Martínez se refirió a las vocaciones sacerdotales, una de las principales preocupaciones del obispo. "El sábado 22 de febrero a las 20, dijo, hemos celebrado la Misa en el seminario Santo Cura de Ars, dando inicio a las actividades y recibiendo a nuevos jóvenes que ingresaron provenientes de las diócesis de Oberá, Iguazú y Posadas. Esto es un motivo de agradecimiento a Dios porque con su gracia nos sigue acompañando en un tema central como es el de las vocaciones sacerdotales.
"Tenemos la certeza -acotó- del cariño que el pueblo misionero tiene por nuestros seminaristas. También quiero seguir pidiendo la oración de todos como nos enseña el Señor ya que la mies es mucha y los operarios pocos. Seguiremos necesitando rezar por las vocaciones sacerdotales, el apoyo al sostenimiento económico del seminario con becas, bonos, donaciones o alimentos. La oración y otras formas de ayuda al tema vocacional nos permiten tener un profundo agradecimiento a Dios y a tantos hermanos que con sus acciones generan signos de esperanza", concluyó.+
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