Francisco a los obispos: “El Mediterráneo, mar abierto al encuentro y a diálogo”

Francisco a los obispos: “El Mediterráneo, mar abierto al encuentro y a diálogo”

El papa Francisco participó en la jornada del domingo 23 de febrero del encuentro “Mediterráneo, frontera de paz”, que realizaron obispos del Mediterráneo y les dirigió un discurso en la basílica de San Nicolás en la ciudad italiana de Bari. Allí señaló la identidad del Mediterráneo: “Es el mar del mestizaje, culturalmente siempre abierto al encuentro, al diálogo y a la inculturación mutua”.

Al comenzar, se refirió a la importancia de la iniciativa: “La acepté inmediatamente con alegría, viendo en ella la posibilidad de iniciar un proceso de escucha y diálogo, mediante el cual contribuir a la construcción de la paz en esta zona destacada del mundo. Por esta razón, quería estar presente y dar testimonio del valor que tiene el nuevo paradigma de fraternidad y colegialidad, del cual vosotros sois expresión”, mencionó.

“Bari es una diócesis que siempre ha mantenido vivo el diálogo ecuménico e interreligioso, trabajando incansablemente para establecer lazos de estima y de fraternidad mutua”, añadió luego.

Francisco subrayó la historia común que se ha ido construyendo a lo largo del tiempo por los pueblos mediterráneos. “El Mare nostrum es el lugar físico y espiritual en el que se formó nuestra civilización, como resultado del encuentro de diferentes pueblos”, afirmó. “El disfrute de esta región solo es posible viviendo en armonía”, agregó.

Al describir la región, mencionó algunos rasgos particulares: “En este epicentro de profundas líneas de ruptura y de conflictos económicos, religiosos, confesionales y políticos, estamos llamados a ofrecer nuestro testimonio de unidad y paz. Lo hacemos a partir de nuestra fe y de la pertenencia a la Iglesia, preguntándonos qué contribución podemos ofrecer, como discípulos del Señor, a todos los hombres y mujeres de la zona mediterránea”.

Anunciar el Evangelio es comprometerse con el bien común
El Papa insistió a los obispos que “el anuncio del Evangelio no puede separarse del compromiso por el bien común y nos empuja a actuar como perseverantes constructores de la paz”, e hizo mención a las áreas de conflicto: “Hay muchos focos de inestabilidad y guerra, tanto en Oriente Medio como en varios Estados del norte de África, y también entre diferentes grupos étnicos o grupos religiosos y confesionales. Tampoco podemos olvidar el conflicto, aún sin resolver, entre israelíes y palestinos, con el peligro de soluciones no equitativas y, por lo tanto, amenazantes de nuevas crisis”.

“La guerra (…) es contraria a la razón”, afirmó Francisco, “porque desvía recursos que pueden servir para las funciones vitales de una sociedad, como el apoyo a las familias, a la salud y a la educación”. Y añadió: “Es una verdadera locura, porque es irracional destruir casas, puentes, fábricas, hospitales, matar personas y aniquilar recursos en vez de construir relaciones humanas y económicas”.

“La guerra se presenta como el fracaso de todo proyecto humano y divino: basta con visitar un lugar o una ciudad, escenarios de conflicto, para darse cuenta de cómo, a causa del odio, el jardín se convierte en una tierra desolada e inhóspita y el paraíso terreno en un infierno”.

Entonces, el obispo de Roma hizo mención a “la construcción de la paz”, que “tiene la justicia como premisa esencial”. Por eso, subrayó: “La justicia se ve obstaculizada, además, por la cultura del descarte, que trata a las personas como si fueran cosas, y que genera y aumenta las desigualdades; así que, de modo escandaloso, en las costas del mismo mar viven sociedades de la abundancia y otras en las que muchos luchan por la supervivencia”.

Citando al académico y político italiano, Giorgio La Pira, el Papa afirmó: “Hay que dejarse guiar por las expectativas de los pobres en la búsqueda del bien común”. “Este principio si se toma en serio, permite un cambio antropológico radical, que hace a todos más humanos”; por eso el Santo Padre se preguntó: “¿Para qué sirve una sociedad que siempre logra nuevos resultados tecnológicos, pero que se vuelve menos solidaria con quien pasa necesidad?”.

“La retórica del choque de civilizaciones no contribuye a construir la paz”, expresó Francisco, “sólo sirve para justificar la violencia y alimentar el odio. El incumplimiento o, en cualquier caso, la debilidad de la política y el sectarismo son causas del radicalismo y del terrorismo. La comunidad internacional se ha quedado en intervenciones militares, mientras que debería construir instituciones que garanticen la igualdad de oportunidades y lugares donde los ciudadanos tengan la posibilidad de asumir el bien común”.

Una teología de la acogida
Seguidamente, insistió: “No aceptemos nunca que quien busca la esperanza cruzando el mar muera sin recibir ayuda o que quien viene de lejos sea víctima de explotación sexual, sea explotado o reclutado por las mafias”, al tiempo que recordó la identidad del Mediterráneo: “Tiene una vocación peculiar: es el mar del mestizaje, culturalmente siempre abierto al encuentro, al diálogo y a la inculturación mutua”.

“Escuchar al hermano no es solamente un acto de caridad, sino también una forma de disponernos para oír al Espíritu de Dios, quien ciertamente actúa en el otro y habla más allá de las fronteras, donde a menudo estamos tentados a encadenar la verdad”. Por eso, mencionó Francisco: “Es necesario desarrollar una teología de la acogida y del diálogo que reinterprete y vuelva a proponer la enseñanza bíblica”.

Francisco afirmó que “los extremismos y los fundamentalismos niegan la dignidad del hombre y su libertad religiosa, causando una decadencia moral y alentando una concepción antagónica de las relaciones humanas. Además, es por esta razón que se necesita con urgencia un encuentro más vivo entre las diferentes religiones, impulsado por un respeto sincero y por una apuesta por la paz”.

“Los que juntos se ensucian las manos para construir la paz y la acogida, ya no podrán combatir por razones de fe, sino que recorrerán los caminos del diálogo respetuoso, de la solidaridad mutua y de la búsqueda de la unidad”.

Francisco se despidió de los obispos animándoles a seguir trabajando, a seguir el ejemplo de Jesús y a reconstruir donde todo pareciera estar destruido: “Esta es la tarea que el Señor les confía para esta amada zona del Mediterráneo: reconstruir los lazos que se han roto, levantar las ciudades destruidas por la violencia, hacer florecer un jardín donde hoy hay terrenos áridos, infundir esperanza a quienes la han perdido y exhortar a los que están encerrados en sí mismos a no temer a su hermano. Que el Señor acompañe vuestros pasos y bendiga vuestra obra de reconciliación y de paz”.+ Texto completo del discurso

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