En la homilía, monseñor Baisi recordó a la beata Ludovica como una mujer que “coronó de amor y ternura a tantos niños, que tantas veces fue la mano de Dios, la ternura de Dios, el amor de Dios hacia los que sufren, hacia los que tienen dolencias”. “Ella –expresó el obispo- las fue curando y rescató sus vidas de la oscuridad, del sepulcro, de la nada, de la soledad”.
Monseñor Baisi recordó que la beata Ludovica fue llamada por Dios cuando estaba en su casa, en Italia, y de ahí se consagró como religiosa en las Hijas de la Misericordia. “Diríamos que fue llamada por la misericordia de Dios, llamada por el amor de Dios que es bondadoso y compasivo. Jesús entró en su corazón”.
“Es lindo pensar que acá, en la arquidiócesis de La Plata su obra perdura en un hospital que pese a ser público está fecundado por el amor del Evangelio, que nos muestra de ese modo cómo cuando uno sigue el Evangelio en cualquier lado donde esté, se puede hacer el bien”.
Monseñor Baisi expresó que “la beata Ludovica escuchó tantas veces en la puerta el llamado del Señor y siempre se mantuvo haciendo el bien. Dejó que el Señor entre en su vida y cada día la beata Ludovica va entrando más en nuestras propias vidas y en nuestra arquidiócesis”.
“Ludovica, con su amor y su ternura, nos muestra el camino y nos ayuda a nosotros, que estamos en este mundo, a alcanzar la vida eterna”, finalizó monseñor Baisi.
Al término de la misa en el hospital, jóvenes pertenecientes al grupo Filocalia realizaron una representación de cómo la Beata Ludovica, en aquellos tiempos, desempeñaba con gran entusiasmo y actitud servicial la labor en pos del cuidado de los niños que llegaban al hospital.
Tras la misa en la catedral, donde descansan los restos de la Beata, fue inaugurada la exposición fotográfica de los vitrales del templo catedralicio que contienen algunos fragmentos de la vida de la Beata junto a los niños.+
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