El prelado comenzó señalando la tarea que realizan los agentes pastorales de la salud: los capellanes hospitalarios. “Es un momento muy especial para los agentes de la pastoral de la salud que están presentes en la medida de lo posible porque no siempre se puede visitar a los enfermos o acompañar a los que están más graves, como es lógico, pero el deseo es estar presentes acompañando al equipo de salud que está en la primera línea, porque no solo son las personas infectadas o las que están internadas, sino también nuestros héroes, los que están cuidando con mucho riesgo y que necesitan también el apoyo espiritual y pastoral”.
“Del virus se está hablando hace semanas, horas y horas, en todos los medios, pero a veces el tema se reduce a mostrar una fila de autos que entran a una ciudad, o el número de infectados, o el de muertos, pero nada se dice, o se da muy poco espacio a las necesidades espirituales que tiene un enfermo o alguien que está sano pero con la angustia de poder infectarse. Padres y madres de familias que enfrentan las angustias de sus hijos o el que tiene padres ancianos y teme que se puedan contagiar".
"Todo eso exige completar la atención de la persona con su dimensión espiritual, por eso nosotros, respetando obviamente las normativas de las autoridades como corresponde, seguimos trabajando de muchas maneras para poder ayudar y acompañar a estas personas”, señaló el prelado.
Monseñor Bochatey también explicó que la Iglesia está “acompañando no solo en lo inmediato que es lo más urgente sino también en lo remoto porque sabemos la gran preocupación que hay con el tema económico, con la falta de alimentos, gente que no podrá cobrar sus sueldos y por eso también queremos apoyar esa dimensión que no tiene que ver directamente con la enfermedad pero es una consecuencia de la pandemia y del aislamiento”.
Luego, como experto en Bioética y miembro de la Pontificia Academia de la Vida, reflexionó sobre que “hay otra dimensión sobre qué va a pasar después. En este momento como hay una gran urgencia se están elaborando algunas normas y protocolos para la urgencia pero, como argentinos, tenemos la duda de que no vayan a quedar después para los tiempos normales lo cual sería grave porque no es lo mismo tomar decisiones en momentos de escasez o en momentos de urgencia que en momentos ordinarios”.
“Pasada esta emergencia deberíamos llegar a un debate y un diálogo sereno porque hasta al mismo Presidente de la Nación le hemos escuchado decir, muchas veces, que le interesa primero la vida y la salud de las personas y que no lo corran con la economía ni con otras ideas. Y está bien porque la ideología nunca puede estar por encima de la vida ni del bien común”.
“Ahora estamos muy angustiados por si se nos muere un viejito o por la situación de geriátricos que constatamos no estaban bien atendidos (chocolate por la noticia como decía mi abuela) y hoy si hacemos unos esfuerzos inmensos, galácticos, para no enfermarnos y para que no se pierda ni una sola vida, para cuidarnos, y que los chicos no salgan a la calle, ¿cómo podemos seguir con un proyecto de ley de aborto o de eutanasia? Y digo esto porque vemos que se están haciendo protocolos de emergencia para determinar cómo acceder a algunos recursos sanitarios y esperemos que no tengan la idea de mantenerlos para una futura ley de eutanasia. Si defendemos la vida ahora contra el virus defendámosla contra cualquier otra cuestión”.
“Pienso que nos estamos dando cuenta de que a veces muchos eran muy ligeros en las afirmaciones con respeto al aborto y a la eutanasia y este momento tal vez los haga pensar. Todos coincidimos en que no vamos a salir de esto siendo los mismos y por eso espero que podamos tener un debate mucho más sereno, no ideológico, sin fanatismos, un diálogo humanista, antropológico, y salvar y cuidar la vida de todos”.
Por último, monseñor Bochatey envió un mensaje a los agentes de la pastoral sanitaria “que están un poco angustiados porque no pueden cumplir su misión apostólica como quisieran y les digo que no se desanimen, que estén presentes, que sean creativos y estén a disposición de los equipos de salud de los hospitales para poder brindar el mejor servicio posible, atendiendo todas las normas necesarias”.
Tras lo cual concluyó pidiendo “a todos nosotros, cristianos, que estamos acompañando esto les diría que nos centremos no en perder la paciencia sino en aumentar la esperanza, porque la paciencia tiene un límite pero la esperanza es una virtud divina que todo lo transforma. Nos estamos cansando, son muchas semanas de encierro, surgen algunas angustias, algunas depresiones, pero tenemos que decir que no a eso e ir para arriba con Cristo Jesús Resucitado. Que sea el Señor de la Esperanza que nos dé a todos el aliento de saber que estamos pasando el momento de cruz pero que sabemos que luego viene la resurrección”.+
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