El prelado opinó que en las conversaciones con los acreedores “hay que tener en cuenta las enormes dificultades” y también los índices de pobreza “muy altos” que tiene la Argentina.
“Cuando la Iglesia se aproxima, al problema (de la deuda) no lo ve solamente como tema económico sino con un tema ético y como un tema humano. Necesitamos privilegiar la deuda social que tiene nuestro país, sobre la deuda externa y hacer esta jerarquía de valores”, sostuvo en declaraciones a Télam.
“En este momento en que se está hablando de esta situación de la deuda, yo pienso que, así como a principio de este año estábamos en una emergencia alimentaria, esta situación ha crecido muchísimo con la pandemia”, añadió.
Monseñor Ojea reconoció que “si bien no podemos homologar matemáticamente una pandemia a un jubileo”, es necesario considerar “situaciones que tenemos que considerar cuando se trata de deudas”. Lo hizo al referirse al Magisterio de la Iglesia sobre las condonaciones que se propician en épocas determinadas de la historia.
“Se tiene que afirmar la voluntad de pago, pero al mismo tiempo entrar en la realidad de las enormes dificultades que tienen los países más pobres, y en la Argentina tenemos índice de pobreza muy altos”, subrayó.
Monseñor Ojea habló de este tema en momentos en que el gobierno nacional renegocia con los acreedores una propuesta que tome en cuenta los parámetros de sostenibilidad de la deuda, luego de que los bonistas internacionales rechazaran la iniciativa presentada por la Argentina.
El presidente del episcopado recordó que la Comisión Episcopal de Pastoral Social (Cepas) difundió en enero pasado un comunicado titulado “La deuda externa y las deudas sociales”, en el que subrayaba “el magisterio que tiene la Iglesia sobre esto y en el que ha tenido un papel muy importante San Juan Pablo II”.
“En el contexto del Jubileo del año 2000 cuando escribe la Tertio Millennio Adveniente, Juan Pablo II sitúa el problema de la deuda en el contexto del Jubileo, que es una tradición que aparece en el Antiguo Testamento, en el Libro del Levítico, por la cual cada 50 años se perdonaban las deudas”, puntualizó.
“San Juan Pablo II dice que los cristianos deberán hacerse voz de todos los pobres del mundo, proponiendo el Jubileo como un tiempo oportuno para pensar entre otras cosas en una notable reducción, si no en una total condonación de la deuda internacional, que grava sobre el destino de muchas naciones”, añadió.
Monseñor Ojea explicó que de esa manera el Papa polaco “revive esta tradición religiosa y espiritual del pueblo judío y la aplica para la celebración del Jubileo del año 2000 recordando la opción preferencial por los pobres”, centrado en su preocupación por “las enormes desigualdades sociales, que es al mismo tiempo una invitación a imitar esa actitud de perdón del Jubileo, reduciendo o condonando las deudas externas de los países más pobres”.+
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