Mons. Stanovnik: La Cruz de los Milagros, signo de la identidad correntina
El prelado presidió la procesión por las calles correntinas con las imágenes de santas y santos, y los festejos de expresión cultural que se sucedieron después de la misa. “La situación atípica en la que nos colocó la pandemia nos obliga a permanecer en nuestras casas, como la mejor respuesta sanitaria para evitar cualquier posible contagio. La realidad nos impuso un espacio nuevo y una modalidad distinta de llevar a cabo nuestra fiesta patronal”, indicó.
Monseñor Stanovnik llamó a la comunidad a mirar la Cruz de los Milagros: “Todos vemos la misma forma del madero, pero para algunos no significa nada y les resulta algo indiferente; para otros representa el vestigio de una Iglesia medieval y desactualizada y, entre ellos, hay ilustrados que gastan energías para combatirla y borrarla de la mente y del corazón de la gente. En cambio, para nosotros, creyentes, la cruz de Jesús es la principal fuente de vida, de amor y de felicidad”.
En este sentido explicó que “la fe ilumina la misma realidad que ven otros, pero le da a esa realidad una profundidad y una luz que no las puede captar el que no tiene el don de la fe. Por eso, hoy invito a la comunidad correntina creyente a dar gracias a Dios porque nos miró con misericordia desde los mismos orígenes de la fundación de nuestra ciudad, inspirando a sus fundadores cristianos a plantar una cruz, signo indiscutible de su identidad y vocación cristiana”.
El arzobispo de Corrientes aseguró que “el virus más dañino y devastador que atenta contra el proyecto de Dios y pretende desbaratar su creación, es la soberbia. La peste de la soberbia, que nos aísla de Dios y de los demás, está entre los males más perjudiciales y amargos que padece la comunidad humana y toda la creación. Por eso, en la oración ante la Cruz de los Milagros suplicamos con humildad a Nuestro Señor Jesucristo que nos dé el poder de su Espíritu”.
Al referirse al Domingo del Buen Pastor, mencionó: “Entrar por la puerta que es Él mismo, es animarse a tomar la misma llave que utilizó Él para poder entrar y salir, es decir, para ser libre y poder amar sin límites: y esa llave es la cruz, la bendita cruz, la santísima cruz como la reconocemos desde hace más de cuatro siglos y a cuya luz y sombra hemos crecido como pueblo de hijos y de hermanos.
Al concluir, animó a la comunidad a renovar con fervorosa fe la consagración “a la tiernísima Madre de Itatí, suplicándole que nos libre de los males que nos atormentan, debemos asumir ese compromiso con una entrega más generosa para ser coherentes con la fe que profesamos”. Y recordó la oración Ante la Cruz de los Milagros: “¡Jesucristo, vida y esperanza nuestra! Recuérdanos siempre que el amor todo lo puede; que compartir con los más pobres nos hace misioneros de tu misericordia, y nos muestra el camino que nos lleva al cielo”.+
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