Mons. Uriona llamó a enamorarnos cada vez más de Jesús para poder llegar al Padre
“El Evangelio que acabamos de escuchar es un Evangelio muy particular, como todo el Evangelio de Juan, y se da en el contexto de la última cena. En la última cena con sus discípulos hay varios discursos que Juan nos propone, y el momento es un momento delicado: Jesús habla de alegría, de paz, mientras los discípulos están como tristes, desalentados, como que la despedida de Jesús va a ser para siempre”.
“Por eso Él les dice: no se inquieten, voy a prepararles un lugar, voy a la Casa de mi Padre. Este camino de Jesús hacia la casa del Padre es el camino de la glorificación, que emprenderá a través de la cruz, pero ellos no lo entienden”, relató el obispo.
“Por eso Tomás le pregunta, piensa que les tiene que indicar un lugar, como una especie de hoja de ruta, y Jesús le dice: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, añadió.
“Jesús es el Camino: el Camino significa que no tenemos que buscar maneras esotéricas para alcanzar a Dios, nosotros llegamos al Padre y llegamos a Dios solamente a través de Jesucristo. Él es el camino. Los cristianos, los que somos bautizados sabemos que cuando recibimos este sacramento somos injertados en Cristo Jesús, por eso toda nuestra vida es un identificarnos con Él, es un tomar a Él como camino para llegar al Padre, al Padre que veremos si Dios quiere al final de nuestra existencia, cuando nos encontremos cara a cara”.
“Pero también Jesús dice: yo soy la Verdad. En este mundo donde se nos presentan tantas verdades y después nos damos cuenta que muchas de ellas, la mayor parte de ellas, son aparentes, verdades que dan seguridad, falsas seguridades. Fíjense lo que estamos viviendo en estos momentos donde mucha gente puso la seguridad en el dinero, o en el poder bélico, viene un virus y nos desconcierta y nos deja totalmente a la intemperie”, advirtió. “Solamente Jesucristo es la verdad, esa verdad que permanece para siempre, esa verdad que no cambia. Sólo en Él está la auténtica Verdad”.
“Y finalmente Jesús dice: yo soy la Vida. ‘Camino, Verdad y Vida’. Todos nosotros tenemos un gran anhelo de vivir pero nos damos cuenta, en nuestra experiencia cotidiana, que la vida tiene límites que aparecen cuando menos lo pensamos: la enfermedad e incluso la muerte”.
“Ahora estamos así, temerosos de lo que nos pueda suceder. Jesús es el único que promete la vida eterna y el único que puede darnos vida eterna. Él nos toma y nos lleva al Padre. Por el bautismo participamos de su muerte y de su resurrección, tenemos que seguir su camino, tenemos que seguir su Palabra, conocerlo cada vez más, enamorarnos cada vez más de Él, para así descubrir ese itinerario hacia la Casa del Padre”, animó.
“Si queremos llegar al Padre tenemos que darnos a los otros, tenemos que comprometernos con nuestros hermanos”, consideró. “El bautismo nos hace hijos de Dios pero también nos hace miembros de la Iglesia, comprometidos con nuestros hermanos, especialmente los que sufren, los que están solos, los ancianos, los enfermos, los pobres y así entonces nuestra vida será un contemplar al Padre, porque estaremos en Jesús mirándolo”, concluyó.+
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