En la misa que participaron miembros de la comunidad polaca en Roma, siguiendo las normas sanitarias para la apertura de los templos.
Entre los concelebrantes estuvieron el cardenal Angelo Comastri, vicario general del Papa para la Ciudad del Vaticano y arcipreste de la Basílica Vaticana, el cardenal polaco Konrad Krajewski, limosnero apostólico, monseñor Piero Marini, 18 años maestro de las celebraciones litúrgicas durante el pontificado de Juan Pablo II, y el arzobispo polaco Jan Romeo Pawłowski, jefe de la Tercera Sección de la Secretaría de Estado que se ocupa del personal diplomático de la Santa Sede.
Hace 100 años, Dios trajo un Pastor
El Santo Padre reflexionó sobre la importancia del centenario del santo. “El Señor ama a su pueblo, lo hemos cantado en el estribillo del canto entre las lecturas y ésta es una verdad”, dijo el Papa Francisco al inicio de su homilía.
“En los momentos más duros el Señor siempre ama, hay que ver cómo se manifestará este amor y cuando el Señor enviaba por medio de este amor a un profeta, a un hombre de Dios, la reacción del pueblo era: ‘el Señor ha visitado a su pueblo’”.
“Nosotros podemos decir que 100 años atrás el Señor visitó a su pueblo”, mandó a un hombre y lo preparó para guiar a la Iglesia, dijo refiriéndose a san Juan Pablo II.
Oración, cercanía y justicia
Francisco señaló tres “rasgos” del buen pastor que caracterizaron a Juan Pablo II: la oración, la cercanía al pueblo y el amor por la justicia. San Juan Pablo II era un hombre de Dios porque rezaba mucho: mucho tiempo de oración. “Sabía que la primera tarea del obispo era rezar y él lo sabía, él lo hacía”. Modelo de obispo que reza, la primera tarea. Y nos ha enseñado que cuando un obispo hace el examen de conciencia a la noche debe preguntarse: ¿cuántas horas recé hoy? Hombre de oración”
“El segundo rasgo: era un hombre cercano a la gente y recorrió el mundo buscando a su gente. Y la cercanía es uno de los rasgos de Dios: Dios está cerca de la gente. Una cercanía que se hace fuerte en Jesús. Un pastor está cerca de la gente, de lo contrario es sólo un administrador. Juan Pablo II nos dio el ejemplo de esta cercanía: a los grandes y a los pequeños, a los cercanos y a los lejanos. Hizo tanto para que la gente entendiera la Divina Misericordia, especialmente con la devoción a Santa Faustina, cuya memoria litúrgica ahora se extendió a toda la Iglesia”.
“Tercer rasgo, el amor a la justicia. ¡Pero, la justicia plena! Un hombre que quería la justicia, la justicia social, la justicia de los pueblos, la justicia que echa a las guerras. Por esto San Juan Pablo II era el hombre de misericordia porque justicia y misericordia van juntas, no se pueden distinguir, están juntas: justicia es justicia, misericordia es misericordia, pero la una de la otra, no se encuentra. Y hablando del hombre de la justicia y de la misericordia, pensemos cuánto hizo Juan Pablo II para que la gente comprendiese la misericordia de Dios. Pensemos cuánto hizo para que la gente entendiera la Divina Misericordia, especialmente con la devoción a Santa Faustina, cuya memoria litúrgica ahora se extendió a toda la Iglesia. “Él había sentido que la justicia de Dios tenía este rostro de misericordia, esta actitud de misericordia. Y esto es un don que no ha dejado Él: la justicia-misericordia y la misericordia justa”
“Oremos hoy, concluyó, para que nos dé a todos nosotros, especialmente a los pastores de la Iglesia la gracia de la oración, de la cercanía y de la justicia que es misericordia y de la misericordia que es justicia.
Al finalizar la misa, Francisco rezó a Dios que suscite en nosotros “la llama de la caridad que alimentó incesantemente la vida de Juan Pablo II” lo “lo lleva a consumirse” por la Iglesia.
Esta es la última de las misas matutinas celebradas por Francisco y transmitidos en directo que comenzaron el 9 de marzo pasado, tras la suspensión de las celebraciones con la participación del pueblo a causa de la pandemia. +
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