Urge pasar de una democracia formal a una democracia con valores



Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, aseguró que “en el momento en que somos convocados a una misión continental, para mostrarnos como discípulos y misioneros de Jesucristo, debemos recordar las grandes verdades y mirar a los mejores modelos”, al presidir la misa por la solemnidad de los apóstoles San Pedro y San Pablo, en el marco de la Semana Social 2013, que se desarrolló en esta ciudad bonaerense con los ejes “Democracia, equidad y desarrollo integral”. “Al hacer memoria de estos treinta años, debemos proponernos pasar de una democracia formal a una democracia con valores. Lo contrario sería alegrarnos de un cuerpo sin alma. Afirmamos todos los valores y no sólo aquellos que suenan mejor a los oídos de cierta cultura actual que se expresa con frecuencia en los medios de comunicación y en algunas de las últimas leyes. A la ética y al desarrollo integral de la sociedad se puede faltar malversando fondos y enriqueciéndose con dinero público, u olvidando a los pobres, pero también contribuyendo a la sanción de leyes que contrarían la recta conciencia y violan la ley divina y natural”, aseveró.

El obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, aseguró que “en el momento en que somos convocados a una misión continental, para mostrarnos como discípulos y misioneros de Jesucristo, debemos recordar las grandes verdades y mirar a los mejores modelos”, al presidir la misa por la solemnidad de los apóstoles San Pedro y San Pablo, en el marco de la Semana Social 2013, que se desarrolló en esta ciudad bonaerense con los ejes “Democracia, equidad y desarrollo integral”.

“El martirio, como testimonio valiente de la Verdad, con la cual el mismo Jesús se ha identificado, es la condición normal de la vida cristiana. No siempre se traduce en el derramamiento físico de la sangre, pero siempre implica aquella disposición de ánimo por la cual el discípulo está dispuesto a perderlo todo con tal de no traicionar al Maestro. Es muy importante que nosotros sepamos descubrir la equivalencia vital del martirio cruento en las circunstancias ordinarias de la vida privada y en la esfera pública”, consideró.


El prelado destacó que en esta Semana Social “reflexionamos sobre los treinta años de recuperación de la vigencia de las instituciones en un régimen democrático. Si queremos que este logro constituya un acontecimiento constructivo de ciudadanía, el ejercicio formal de los derechos deberá afianzarse con la interiorización de aquellos valores que vuelven más humana la convivencia social. Esto puede exigir una gran fortaleza espiritual”.


“La Iglesia suele ser escuchada con respeto cuando sale en defensa de los más débiles y se compromete con los pobres. Aunque algunas denuncias incomoden mucho a algunos, difícilmente se alzan voces de protesta cuando el Papa denuncia a los que comercian con la droga, o esclavizan a los demás en la infame trata de personas, o concentran la riqueza en manos de pocos y permiten que muchos queden descartados de los beneficios de la convivencia ciudadana. La Semana Social sirve para hacer elenco de lo que nos falta para crecer en estos y en otros aspectos”, subrayó.


Tras señalar que “en los temas mencionados la Iglesia es escuchada -aunque no siempre seguida”, lamentó que “no suceda lo mismo con otros aspectos que integran a la par su doctrina social”.


“Puede la Iglesia volverse impopular cuando con voz profética habla de cuestiones de bioética, del matrimonio y la familia, o del derecho de los padres sobre la educación de sus hijos en materia de valores morales objetivos. Cuando denuncia los agravios a la dignidad humana que se cometen al negar el derecho a la vida del niño por nacer, o cuando nos obliga a pensar que si hacemos de la procreación de un hijo un derecho absoluto, abstracción hecha del modo, esto nos lleva a descartar embriones humanos que son otras tantas personas dignas de todo respeto”, advirtió.


Monseñor Marino sostuvo que “al hacer memoria de estos treinta años, debemos proponernos pasar de una democracia formal a una democracia con valores. Lo contrario sería alegrarnos de un cuerpo sin alma. Afirmamos todos los valores y no sólo aquellos que suenan mejor a los oídos de cierta cultura actual que se expresa con frecuencia en los medios de comunicación y en algunas de las últimas leyes. A la ética y al desarrollo integral de la sociedad se puede faltar malversando fondos y enriqueciéndose con dinero público, u olvidando a los pobres, pero también contribuyendo a la sanción de leyes que contrarían la recta conciencia y violan la ley divina y natural”.


“En más de una ocasión, el seguimiento de la propia conciencia puede llevar a un cristiano, comprometido en la vida pública de la sociedad, a quedar en minoría o total soledad, o bien caer en el desprecio y la irrisión de otros. Puede incluso llegar a perder legítimas ventajas humanas y el merecido prestigio previamente adquirido”, criticó.


Por último, monseñor Marino repitió una breve frase del papa Francisco publicada en la red social Twitter con motivo del Día del Pontífice y que, a su entender, sintetiza, todo cuanto la Iglesia dice sobre el testimonio cristiano: ‘Aprendamos a ‘perder’ la vida por Cristo, según la lógica del don, del sacrificio. Con Cristo no perdemos nada’. Con espíritu filial y fraterno nos unimos hoy a él con nuestras oraciones, pidiendo para su gobierno pastoral aquellas gracias que más necesita”.+

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