Trabajar incansablemente por la justicia y la paz social, piden los obispos paraguayos

Trabajar incansablemente por la justicia y la paz social, piden los obispos paraguayos

Asunción (Paraguay) (AICA): La Conferencia Episcopal del Paraguay (CEP) publicó un documento : “Paz social, fruto de la conversión y la justicia”, en el que denuncia los “graves hechos de violencia criminal” que vive el país. “Nuestra conciencia nos dice que no permanezcamos indiferentes e indolentes ante tales situaciones. Estos hechos dañan la convivencia fraterna y debilitan los cimientos que garantizan la paz social”, escriben los prelados paraguayos.
La Conferencia Episcopal del Paraguay (CEP) publicó un documento: “Paz social, fruto de la conversión y la justicia”, en el que denuncia los “graves hechos de violencia criminal” que vive el país. “Nuestra conciencia nos dice que no permanezcamos indiferentes e indolentes ante tales situaciones. Estos hechos dañan la convivencia fraterna y debilitan los cimientos que garantizan la paz social”, escriben los prelados paraguayos.

El comunicado, fechado el 28 de noviembre, se refiere a algunos hechos recientes de violencia, entre ellos, el asesinato de un empresario brasileño que trabajaba en el comercio de la madera y que había tenido algunos problemas con los impuestos. El video de la ejecución, dejado en un teléfono celular cerca del cadáver por el grupo guerrillero Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), fue comentado por el Ministro del Interior, para informar sobre el último de los 200 actos de terrorismo perpetrados por este grupo en 2018.

“Nos quedamos impactados, horrorizados, pero debemos preguntarnos si estos hechos no son un síntoma de problemas morales y sociales más profundos”, escriben los obispos. “Muchas voces ya identifican varias causas: injusticia, impunidad, machismo, desequilibrios socioambientales, cohesión débil de la familia y la sociedad, consumismo, cobertura mediática de la violencia” continúa el análisis de los obispos, que van directamente más allá del hecho de la violencia por el EPP.

Hace solo tres días tuvo lugar en Asunción, una marcha contra la violencia contra las mujeres. Miles gritaron “¡Basta! ¡Ya no estamos en silencio!” Defendamos a las mujeres”. El mismo día, la Dirección de Políticas de Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior publicó un informe sobre la violencia contra las mujeres en Paraguay, que está en aumento: en 2017, hubo 41,661 denuncias sobre violencia familiar, en comparación con 30,000 casos en 2016.

Por eso los obispos del Paraguay escriben en su declaración: “Entre estas comunidades humanas afectadas por el deterioro moral también está la familia. Para sanar y fortalecer la convivencia pacífica y promover la reducción de la violencia, debemos trabajar por la justicia. Para todos los ciudadanos, particularmente aquellos que pertenecen a sectores vulnerables, acceso a atención médica integral, educación de calidad, trabajo decente, vivienda e infraestructura para asegurar las condiciones para Una vida digna y sana”.

Citando al papa Francisco, los prelados paraguayos visualizan en los Diez Mandamientos los límites que señalan “el límite de la vida”, más allá del cual “el hombre se destruye a sí mismo y a los demás”, y arruina su relación con Dios.

“En la lucha contra estos males, la Iglesia anuncia la posibilidad de una conversión que es esencialmente una nueva apertura a Dios y a los demás”. “Mientras asistimos a un deterioro profundo del tejido social y moral de los grupos y comunidades humanas de nuestro país, queremos proclamar con más vigor y más convicción que la misericordia y la solidaridad son valores por los cuales vale la pena jugarse”, añaden.

Tras centrarse en la familia, afectada también por el deterioro moral, proclaman como Iglesia “la importancia de hacer de la familia un espacio de cuidado, de protección, de apoyo mutuo, con la necesaria apertura a realidades más amplias: el bien común de toda la sociedad, sin restricción ninguna a consideraciones de raza, de clase, de etnia, ni siquiera de religión”. “Esto no se da por sí solo, requiere un compromiso consciente y despierto”, aseguran.

De este modo los obispos afirman que para sanar y fortalecer la convivencia pacífica e impulsar la disminución de la violencia, se necesita trabajar por la equidad social, “que permita a todos los ciudadanos, en especial a los que pertenecen a los sectores vulnerables, acceder al cuidado integral de su salud, a una educación de calidad, a fuentes de empleo digno, a viviendas e infraestructura que apunten a dotarles de condiciones para una vida digna y saludable”. Y llaman así a la conversión del corazón: “es necesario un proceso de profunda transformación cultural, que cambie aquellas prácticas sociales y políticas de tolerancia a la corrupción y a la impunidad, que carcomen los recursos públicos e impiden la consecución del bien común. En palabras del Santo Padre, debemos hacer el esfuerzo por extirpar esa ‘gangrena’ de nuestro pueblo”.

Tras recordar que la Virgen Inmaculada, bajo la advocación de Caacupé, “nos recuerda que su Hijo nos invita a la conversión, para construir su Reino de paz, amor y justicia, en verdad y en libertad auténticas”, los obispos exhortan a los ciudadanos, fieles católicos y personas de buena voluntad “a asumir decididamente el compromiso de una profunda conversión personal, comunitaria y eclesial, y a trabajar incansablemente por la justicia y por la paz social en el Paraguay, para felicidad de nuestro pueblo”. +

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