Mons. Buenanueva: El sueño de una Argentina de la humildad y la reciprocidad
“Lo que no puedo imaginarme es una Argentina sin nosotros, los argentinos reales que hoy transitamos sus caminos. Y pienso en todos, no solo en los que ven, sienten y creen como yo. Los de mi palo”, subraya en su reflexión de fin de año.
“No puedo soñar una Argentina con gente que se quede afuera. Claro que algunas opiniones o puntos de vista me incomodan. Algunas también me enojan. Pero ¿es esto razón suficiente para excluir? Me resisto a pensar así, y si, por alguna razón esos sentimientos me invaden, trato de que no se apoderen de mí. Menos aún de mis decisiones o palabras”, puntualiza.
El prelado sostiene que suela “con una Argentina en la que se discutan a fondo las ideas, los proyectos de país y los valores. Acaloradamente y con pasión. También sacándonos chispas. Pero que esa discusión no cruce la frontera del ataque descalificador del otro, buscando su exclusión o – peor aún – su eliminación”.
Y expresa un deseo: “Si, por un instante, dejáramos de colgarnos las etiquetas infamantes que solemos emplear para negarnos subjetividad: ¡Gorila! ¡Choriplanero! ¡Feminazi! ¡Antiderechos! (Y podría seguir un largo etc). Si dejáramos entrar en nuestro espacio lo que el otro siente y vive, pienso que lograríamos afianzar una de las virtudes fundamentales de la convivencia ciudadana: la reciprocidad”.
El obispo explica qué significa esa reciprocidad que anhela: “Aquello que, con diversas formulaciones, encontramos en todas las grandes religiones y sistemas morales. Suena así: ‘Tratá a los demás como querés que los demás te traten a vos’”, precisa y completa: “Eso es reciprocidad: estar dispuesto a dar al otro lo que pido para mí mismo”.
“Claro, todo esto supone una condición que puede resultar difícil: humildad. Sin embargo, si lográramos aprender de nuestros errores (los pasados y los actuales), tal vez, podríamos reconocer que, hoy por hoy, no hay mesías providenciales que tengan la llave del futuro. Aprenderíamos humildad. Solo una humildad compartida le da la mano a una verdadera reciprocidad”, pide.>
Monseñor Buenanueva reconoce que “este sueño es potente” y concluye: Al menos, para mí, como ciudadano, cristiano y obispo, me compromete en lo más profundo. A él quiero dedicarle mis energías en este año que estamos a punto de estrenar. Este es mi sueño. Al compartirlo, deja ya de ser solo mío. Lo he puesto en las manos y el corazón de quien quiera escucharlo y hacerlo suyo. ¡Bendecido año 2019!”.+
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