Amar a Dios y al prójimo, dos mandamientos de semejante importancia




Santa Fe (AICA): El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, recordó que “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu” es el más grande y el primer mandamiento, pero destacó que el segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Aseguró que este amor del que habla Jesucristo no es “un sentimiento pasajero, o que dependa sólo del ‘me gusta’ tan común en el lenguaje de hoy. Hay un elemento de verdad que debe orientar nuestro comportamiento moral y conducta social”, porque “no estamos en el ámbito del amor de amistad que depende de una elección, sino de un amor que me define en mi condición de hijo frente a Dios y de hermano frente a todo hombre”.

El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, recordó que “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu” es el más grande y el primer mandamiento, pero destacó que el segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

“Jesús no deja lugar a dudas. Diría que su palabra es fácil de entender, pero no siempre fácil de seguir. Agregaría, además, que al poner a Dios en primer lugar no disminuye al hombre, por el contrario, le descubre su dignidad como hijo suyo y lo define como hermano. No podríamos, por ello, llamar a Dios Padre si no nos reconocemos como hermanos”, explicó en su alocución semanal.


El prelado aseguró que este amor del que habla Jesucristo no es “un sentimiento pasajero, o que dependa sólo del ‘me gusta’ tan común en el lenguaje de hoy. Hay un elemento de verdad que debe orientar nuestro comportamiento moral y conducta social”.


“No estamos en el ámbito del amor de amistad que depende de una elección, sino de un amor que me define en mi condición de hijo frente a Dios y de hermano frente a todo hombre”, agregó.


El arzobispo santafesino indicó que “a esta realidad, que podríamos decir pertenece al orden de la creación o natural, Jesucristo ha venido a reafirmarla y a darle con su vida el valor de un testimonio, que se convierte en un camino de vida real para nosotros. El nos enseña a ser hijos de Dios y a comportarnos como hermanos. Esta verdad de la condición humana la presenta como el primero y segundo mandamiento. No estamos en el plano del sentimiento sino de la verdad de nuestra condición humana”.


“La realidad de la filiación, el sabernos hijos, sostiene nuestra dimensión fraternal. La fraternidad, por otra parte, no es posible sin una referencia a la paternidad. ¡Qué importante en la educación de los niños es crecer con una buena imagen de padre!”, exclamó.


Por último, monseñor Arancedo señaló que “el evangelio de este domingo nos presenta, también, el sentido de los dos mandamientos como una unidad que podemos distinguir pero nunca separar. Esto nos lo dice san Juan, como fiel intérprete del Señor: ‘El que dice amo a Dios, y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quién no ve el que no ama a su hermano a quién ve? Este es el mandamiento que hemos recibido de él, concluye: el que ama a Dios debe amar también a su hermano’”.+


Texto completo de la alocución



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