Buenos Aires (AICA): Editorial Claretiana difundió hoy una declaración con motivo de la fiesta de San Antonio María Claret, en la que dice sentirse heredera de la raíz apostólica que sembró su fundador y renueva “el gozo de anunciar, en misión compartida, el evangelio a los pueblos, también en el continente de la cultura digital, a través del libro y demás productos editoriales”. “Hoy seguimos haciendo nuestro su deseo de salir al encuentro de cada persona y cada familia con idéntico fin misionero: ‘Esto es lo que intento: hacer conocer a Dios para que sea amado y servido de todos’”, subraya citando la autobiografía del santo.
“Hoy seguimos haciendo nuestro su deseo de salir al encuentro de cada persona y cada familia con idéntico fin misionero: ‘Esto es lo que intento: hacer conocer a Dios para que sea amado y servido de todos’”, subraya citando la autobiografía del santo y exclama: “¡Feliz fiesta de San Antonio María Claret a todos nuestros clientes y amigos!”
El recuerdo
San Antonio María Claret (1807-1870), en las diversas etapas de su vida misionera, al contacto con las necesidades y urgencias de los diversos escenarios de evangelización, discernidos como verdaderos signos de los tiempos y lugares de su época, fue dando diversas respuestas a través de la predicación como Misionero Apostólico, buscando aquí y allá la multiplicación de referentes evangelizadores: mujeres y varones cristianos/as que, de creyentes que reciben la Palabra de Dios, se convirtieran en discípulos misioneros que la testimonian y anuncian con alegría.
Para ello, con increíble espontaneidad, funda instituciones, asociaciones laicales o trata de organizar grupos de consagrados/as, siempre con el objetivo prioritario de la evangelización popular. Su predicación itinerante (1840-1849) fue fecunda, especialmente en el trienio 1847-1849, tiempo en el que crea la Librería Religiosa y la Congregación de Misioneros, entre otras instituciones apostólicas.
Para ello, Claret fue agraciado con una intuición apostólica profética para su tiempo: los seglares/laicos tenían que recuperar en la evangelización el protagonismo que habían tenido en la iglesia de los inicios, apreciando las ventajas del apostolado asociado no sólo por la eficacia de la acción apostólica sino también por el testimonio de caridad y unidad fraterna.
Entre las obras apostólicas que fundó y confió a los seglares están Las Bibliotecas Populares y Parroquiales (1864) a través de la cuales intentó poner el libro evangelizador al alcance de todos: “No todos pueden ir a la Iglesia para oír la Divina Palabra, pero el libro irá a su casa”.+
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