Los grupos del Sínodo piden un mensaje esperanzador y evitar malinterpretaciones
Los 191 padres sinodales con derecho a voto fueron divididos en diez círculos según el idioma que hablan: se armaron dos grupos de lengua francesa, tres de angloparlantes, tres de obispos de lengua italiana y dos de hispanohablantes.
Al reencontrarse en plenario, los relatores de cada grupo manifestaron su malestar con la difusión del documento provisional de trabajo, debido a que se trata de un texto tentativo y que requiere correcciones, aportes y sugerencias. A su vez, insistieron en dar un mensaje esperanzador a las familias cristianas y a las nuevas generaciones y pidieron rever las expresiones vertidas sobre las parejas homosexuales y las uniones de hecho para no generar malinterpretaciones.
En general, los círculos menores ofrecieron tanto una evaluación de la Relatio post disceptationem, presentada el lunes 13 por el cardenal húngaro Peter Ërdo, relator general del sínodo, y posibles sugerencias para su inclusión en el documento definitivo y conclusivo de la Asamblea que se presentará al Papa, conocido como Relatio Synodi,.
El aporte francés
Los obispos francófonos del “círculo gálico A” propusieron enmiendas en “áreas claves” del texto que el cardenal Ërdo leyó hace tres días al plenario sinodal. En primer lugar, detallaron que los problemas pastorales son bien diversos según los contextos locales, por lo que reclamaron una “cierta autonomía” a las iglesias locales para buscar respuestas a las preocupaciones pastorales.
Los obispos también advirtieron la necesidad de utilizar con mayor rigor palabras tales como “pareja”, “matrimonio”, “persona” o “individuo”. También pidieron poner el acento en la “pobreza deshumanizante” que causa la precarización y la disgregación familiar. Reclamaron que la Iglesia interpele a ciertas organizaciones internacionales sobre las concepciones del hombre, del matrimonio y de la sociedad que buscan instaurar.
Respecto a la situación de los divorciados vueltos a casar y su acceso a los sacramentos de la reconciliación y de la Eucaristía, el círculo propuso “una renovada compasión con foco en las personas”, y advirtieron como prioritario acelerar los procesos de nulidad y volcarse con un idioma positivo y propositivo hacia las personas en estas situaciones.
El “círculo gálico B”, moderado por el arzobispo de Viena, cardenal Cristoph Scönborn OP y con monseñor André Léonard como relator, remarcó la necesidad de mantener una coherencia entre la doctrina y las disciplinas, la dogmática y la pastoral. También distinguieron el necesario acompañamiento de las situaciones difíciles de una legitimación de hecho a conductas que no coinciden con el magisterio y la doctrina de la Iglesia.
En cuanto a la posibilidad de que los divorciados accedan a la reconciliación y a la Eucaristía, los padres sinodales de este grupo valoraron la actual perspectiva y disciplina, que consideraron alineada a la base doctrinal mantenida constantemente por el magisterio de la Iglesia. También propusieron promover más y mejor la “comunión espiritual” para quienes no pueden acceder a la Eucaristía sacramental.
El segundo grupo francófono insistió en la condena de las “discriminaciones violentas e injustas” que sufren a veces los homosexuales, y también advirtieron que la Iglesia no debe reconocer ni legitimar las prácticas ni las uniones civiles como “matrimonios”.
Los círculos de habla inglesa
El círculo A, presidido por el cardenal Raymond Burke, propuso “una serie de enmiendas” a la Relatio post disceptationem. Pidió una nueva introducción que realce el “gran don del sacramento del matrimonio y la gracia de Dios dada libremente a través de los sacramentos” y ofreció otro fundamento antropológico-teológico para la apertura del texto.
“Queremos que el documento final del Sínodo hable de la vida humana, del matrimonio y de la vida familiar como la conocemos, que se reveló a nosotros por Dios a través de la razón y de la fe. La Relatio Synodi debe proclamar la verdad del Evangelio, la verdad de la vida humana y de la sexualidad como fue revelada por Cristo. La Palabra de Cristo ilumina nuestro conocimiento de la naturaleza humana y la sexualidad intrínseca del hombre y de la mujer a través de la ley natural”, insistieron los padres sinodales de este círculo.
El grupo también recalcó que la escucha y recepción de las personas con situaciones difíciles debe realizarse “a través de la lente del Evangelio”. Al respecto, señalaron: “Nuestras propuestas han subrayado el amor de Dios y nuestro amor y atención pastoral a las personas, mientras que al mismo tiempo invitamos a reconocer honestamente situaciones de pecado y la búsqueda de formas de invitar a la conversión del corazón”.
“Por ejemplo –agregó el círculo-, cuando la Relatio sugirió que el sexo fuera del matrimonio puede ser permisible, o la cohabitación puede ser permisible, hemos tratado de mostrar por qué estos estilos de vida no dan lugar a la realización humana. Al mismo tiempo, queremos reconocer que hay semillas de la verdad y bondad que se encuentran en estas personas, que pueden ser incluidas a través de una pastoral dedicada y desarrollada”.
“No recomendamos la admisión a los sacramentos de los divorciados vueltos a casar, pero en la Relatio se incluyó una apreciación muy positiva. Este grupo reconoce y favorece la preocupación y la compasión que la Relatio muestra para aquellos que se enfrentan a situaciones pastorales difíciles en sus vidas, pero sugiere enmiendas a fin de no crear confusión en las mentes y los corazones de nuestro pueblo”, concluyó el círculo A, presidido por el cardenal Raymond Burke.
El segundo círculo, a cargo del cardenal Wilfrid Fox Napier OFM –incluido por el Papa en la comisión redactora de la Relatio Synodi-, observó que el documento de trabajo puso “demasiado énfasis en los problemas que afectan a la familia y no subrayó la necesidad de proporcionar un mensaje entusiasta que estimule y dé esperanza a las familias cristianas que, que a pesar de los muchos desafíos o fracasos, se esfuerzan cada día para vivir con fidelidad y con alegría su misión y vocación en la Iglesia y en la sociedad”.
También advirtieron el efecto pesimista que podría tener el documento en los jóvenes: “Muchos consideraron que una persona joven que lee la Relatio se sentiría aún menos entusiasmada para emprender la vocación desafiante del matrimonio cristiano. El mensaje del sínodo, ¿debería encaminarse hacia los jóvenes, para ayudarles a comprender y ser atraídos por la visión cristiana del matrimonio y la familia, en un mundo en el que están expuestos a muchas visiones contradictorias?”.
El grupo propuso añadir al comienzo del informe algunos párrafos sobre cómo la Palabra de Dios y la belleza del Evangelio del matrimonio, deben ocupar el foco entero del informe final del Sínodo. También criticó el “lenguaje complicado” y los efectos negativos de la difusión del documento provisional.
Sobre el tema de la admisión de los divorciados casados de nuevo a la Eucaristía, el grupo destacó dos principios que se derivan directamente de la Palabra de Dios: la indisolubilidad de la unión sacramental y el fuerte deseo de invitar y abrazar a los católicos sinceros que se sienten ajenos a la familia de la Iglesia a causa de sus situaciones irregulares. También recordó la necesidad de encontrar un nuevo vocabulario para preservar las enseñanzas intemporales de la Iglesia de una manera fresca y atractiva.
El tercer círculo anglosajón, moderado por el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, monseñor Joseph Edward Kurtz, advirtió sobre los efectos nocivos de la difusión del documento provisional del sínodo y destacó que el matrimonio “es un don de Dios para el hombre, una bendición dada por Él para el bienestar de sus criaturas”.
El tercer círculo de habla inglesa coincidió en expresar mayor confianza acerca del matrimonio y alentar a las personas ya comprometidas con sus matrimonios y familias para que no pierdan la esperanza y sean conscientes de que la Iglesia “los necesita mucho, y de hecho, también el mundo”.
“Teniendo esto en cuenta, el documento debe ser una expresión positiva de amor de la Iglesia por toda la gente, el amor que no conoce límites qué recibe a los pecadores y los que están en los márgenes de la sociedad. Entendamos que para muchos, su situación en la vida no puede ser una opción libre, porque las circunstancias económicas o la cultura dominante limitan a muchas personas en lo que pueden lograr o elegir”, manifestó el círculo, que también pidió expresar la aceptación y el amor por los niños en circunstancias difíciles y dolorosas.
Las observaciones de obispos italianos
El “círculo itálico A”, moderado por el cardenal Fernando Filoni, señaló su preocupación por el fenómeno migratorio y sus consecuencias en las familias. También advirtió el peligro que implica una malinterpretación de la “ley de gradualidad” y sugirió reescribir esta parte de la Relatio para ofrecer una propuesta adecuada sobre la verdad del matrimonio.
“Es necesario recomendar al secretario que la Parte II se vuelva a escribir para ofrecer un proyecto claro e incluso alegre del matrimonio establecido por Dios Creador en el Génesis.
El grupo itálico también insistió en reconocer a la familia como una prioridad pastoral; formar en el sacramento a los cónyuges, asumir la responsabilidad por el cuidado pastoral de las familias, formar mejor a los sacerdotes en estos temas y reconocer el papel del obispo en la pastoral de las familias, sobre todo en las situaciones más problemáticas, aunque sin llevar a una acción directa sobre la declaración de nulidades matrimoniales.
También el círculo creyó apropiado el tono pastoral elegido para presentar los problemas de los divorciados vueltos a casar. Sobre los homosexuales, el grupo expresó: “Un evangelio de proximidad, orientado al compromiso, es el estilo de la Iglesia, presentada como casa abierta, que valora los dones, la buena voluntad y la trayectoria de sinceridad”.
También consideró que “la unión entre personas del mismo sexo no puede equipararse con el matrimonio entre el hombre y la mujer” y manifestó “preocupación” por “salvaguardar los derechos de los niños, que tienen que crecer en armonía con la ternura del padre y de la madre”.
El “círculo itálico B” propuso reelaborar la segunda parte de la Relatio sobre el evangelio de la familia: “Esta parece ser la base sobre la que construir el sistema completo del documento. Advertimos una disparidad entre el tratamiento del evangelio de la familia y las distintas situaciones de crisis. Creemos que los primeros destinatarios de nuestras reflexiones deben ser sólo las familias cristianas que tienen una necesidad urgente de recibir apoyo en su testimonio a encontrar la fuerza para continuar con su trabajo diario”.
El grupo moderado por el cardenal Ángelo Bagnasco insistió en que el texto final necesariamente debe mostrar que una continuidad en la enseñanza del Magisterio sobre el tema y observó: “El carácter pastoral de este Sínodo debe mostrar que hay una brecha entre la doctrina y pastoral, pero esto se basa en que estamos ante un desarrollo progresivo de la doctrina. Esta es una garantía para el cuidado pastoral, porque sigue siendo dinámico y no cede a la tentación de las iniciativas que expresan pereza pastoral. El evangelio de la familia por lo que debe ser presentado en toda su complejidad, sino también con la credibilidad”.
“Es importante que el trabajo del Sínodo continúa diciendo que el matrimonio y la familia no es fundamentalmente una cuestión ética, como a menudo parece emerger en diferentes partes de la Relatio, pero ante todo se trata de una dimensión ontológica y que es un sacramental fundamento de la ética, y no al revés”, observaron los obispos de este grupo.
El “círculo itálico C”, por su parte, propuso enriquecer las propuestas del documento de trabajo impulsando los movimientos familiares, las adopciones y sus marcos legales favorables, una nueva presencia de la Iglesia en el campo de la educación y un retorno a los textos del Instrumentum laboris sobre las uniones del mismo sexo. También insistió en llamar a las instituciones civiles a promover políticas en favor de la familia.
Propuestas de los obispos de habla castellana
El “círculo ibérica A”, a cargo del cardenal mexicano Francisco Robles Ortega, evidenció la necesidad de denunciar la “gravísima mutilación genital de la mujer” en algunas partes del mundo y marcó la necesidad de condenar la prostitución y la esclavitud sexual.
Además, el círculo hispánico propuso que el mensaje final del sínodo haga un llamado frente a las carencias de muchas familias y a la realidad de los niños abandonados en la vía pública.
Respecto a la atención pastoral de los novios, recordaron la importancia educativa de las virtudes y el fomento de las virtudes de la castidad y de la pureza, que consideraron “condición absolutamente imprescindible” para el amor genuino interpersonal. “A los novios hay que plantearles el matrimonio ideal, con claridad, para que puedan discernir con libertad”, advirtieron.
Los obispos nucleados en este grupo también expresaron que la pastoral de la caridad y de la misericordia debe traducirse en la “recuperación real de las personas y de las relaciones”, brindando ayuda adecuada para superar las crisis matrimoniales, evitar los divorcios y “regenerar la acción de la gracia”.
Por su parte, el “círculo ibérico B”, moderado por el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Sistach, subrayó lo que consideraron “las luces de la familia” y afirmó la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia, al tiempo que pidió animar la pastoral familiar en las circunstancias actuales. También manifestó su cautela sobre las “nuevas situaciones matrimoniales” y recomendó aguardar al sínodo del año que viene para ofrecer propuestas.
“Nos ha parecido muy positivo que la estructura del documento coincide con el ya difundido método de “Ver - Juzgar – Actuar”, en forma de la escucha y la mirada de Cristo, y el posterior encuentro”, indicaron los obispos de este grupo.+
Las observaciones de los círculos menores
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