“Jesús enseña esta oración a sus discípulos, explicó el Papa, es una oración breve, con siete peticiones, número que en la Biblia significa plenitud. Es también una oración audaz, porque Jesús invita a sus discípulos a dejar atrás el miedo y a acercarse a Dios con confianza filial, llamándolo familiarmente «Padre»”.
El pontífice señaló que Jesús invita a sus discípulos a acercarse a Dios y a dirigirle con confianza algunas peticiones: sobre todo en relación a Él y luego en relación a nosotros. “No hay preámbulos en el Padrenuestro. Jesús no enseña fórmulas para congraciarse con el Señor; al contrario, nos invita a orar a Él, derribando las barreras de la dependencia y del miedo. No dice que se dirijan a Dios llamándolo ‘todopoderoso’, o ‘altísimo’, Tú que estás tan lejos de nosotros, yo soy un miserable. No, no. No dice así, sino simplemente «Padre», con toda simplicidad, como los niños se dirigen al papá. Y esta palabra ‘Padre, expresa confidencia y confianza filial”.
“El Padrenuestro –señaló Francisco– hunde sus raíces en la realidad concreta del hombre. Nos hace pedir lo que es esencial, como el ‘pan de cada día’, porque como nos enseña Jesús, la oración no es algo separado de la vida, sino que comienza con el primer llanto de nuestra existencia humana. Está presente donde quiera que haya un hombre que tiene hambre, que llora, que lucha, que sufre y anhela una respuesta que le explique su destino”.
“La oración, nos enseña Jesús, no comienza en la existencia humana después de que el estómago quede lleno, sino que anida allí donde hay un hombre, un hombre cualquiera que tenga hambre, que llore, que luche, que sufra y que se pregunte ‘por qué’. Nuestra primera oración, en cierto sentido, ha sido el latido que acompañó nuestra primera respiración. En aquel llanto de recién nacido se anunciaba el destino de toda nuestra vida: nuestra hambre continua, nuestra sed continua, nuestra búsqueda de felicidad”.
Jesús, en la oración, afirmó el pontífice, no quiere apagar al ser humano, no quiere anestesiarlo. No quiere que nos deshagamos de preguntas y demandas aprendiendo a soportar todo. En cambio, quiere que todo sufrimiento, toda inquietud, se eleve al cielo y se convierta en diálogo.
“La oración no sólo precede a la salvación, sino que, en cierto modo, ya la contiene, porque libera de la dispersión de quien no cree en una vía de salida a tantas situaciones insoportables”.
El pontífice concluyó destacando que la oración de petición es auténtica, es espontánea, es un acto de fe en Dios que es Padre, que es bueno, que es omnipotente. Es un acto de fe en mí, que soy pequeño, pecador, necesitado. Y por esto la oración, para pedir algo, es muy noble. Dios es el Padre que tiene una inmensa compasión por nosotros, y quiere que sus hijos le hablen sin miedo. Por eso podemos contarle todo, incluidas las cosas que en nuestra vida están destruidas, o que son incomprensibles”.
“El Señor Jesús nos dé la gracia de una total confianza en Dios, Padre compasivo que nos ama y permanece siempre a nuestro lado. Que Nuestra Señora de Guadalupe, cuya fiesta celebramos hoy, nos ayude a entregarnos al amor providente de Dios y a poner en Él toda nuestra esperanza”, concluyó el Papa. +
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