Mons. Scozzina llamó a recibir a Jesús con un corazón despierto
Para comenzar, el obispo recordó que “el enviado del Padre, el ‘Dios con nosotros’, es el signo que se nos ha manifestado y que hemos recibido como el gran don de nuestra fe cristiana. Jesús, el hijo de María es el rostro de la misericordia del Padre para con nuestra humanidad doliente y sedienta de felicidad. Dios que se hace cercano a nuestras vidas aturdidas por el consumismo y por falsas ofertas de felicidad”.
“Celebrar el encuentro con el Dios hecho Niño en un pesebre es una oportunidad para desarmar nuestros espíritus ofuscados por tantas contrariedades y situaciones de enfrentamientos y conflictos. Es permitir que nuestras fragilidades sean abrazadas por la mirada del Dios que viene a liberar los corazones ensimismados y endurecidos por el resentimiento, el odio y las divisiones entre hermanos”, afirmó.
Por otra parte, recordó que “la cercanía de Dios es la venida de su Reino de paz, de justicia y de amor; que nos impulsa a llevar la palabra del consuelo y de la armonía a las diversas realidades de no-Reino que atraviesan la vida de nuestro pueblo fiel”.
En ese sentido, advirtió sobre “situaciones de niños y jóvenes sumergidos en el hambre y el abandono. Realidades de familias destruidas y amenazadas por la falta de un trabajo digno. Situaciones de barrios y comunidades atormentadas por el flagelo de la droga y la falta de seguridad. Situaciones de grupos y comunidades originarias que no se les reconoce y acepta en su identidad y en sus legítimos derechos”.
“El Reino de la Vida que Jesús viene a inaugurar al nacer en Belén, hoy está amenazado por la falta del cuidado de la vida por nacer y por tantos niños a los que no se les garantiza los derechos básicos a un crecimiento sano”, consideró monseñor Scozzina, y añadió: “Vida que es amenazada por los vínculos violentos que se viven en el interior de las familias y por la falta de cuidado y respeto por la vida digna del otro”.
Por eso, dirigiéndose a la comunidad, pidió: “Hermanos, recibamos con un corazón despierto al Niño pobre para que Él nos libere de todo lo que nos encierra en nuestros egoísmos y trincheras de la autosuficiencia. Que Él ilumine la oscuridad de vida de hermanos que han perdido el sentido de vivir como hermanos y entre hermanos”.
“Que venga tu Reino a nuestro querido pueblo fiel que peregrina entre luces y sombras para que no pierda la esperanza en luchar por un mundo más fraterno y solidario. Que venga tu Reino para que seamos capaces de caminar juntos en el encuentro de la diversidad reconciliada”, rezó.
“El mensaje de paz que nos trae la Nochebuena está dirigido a cada familia y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que esperan la paz en medio de las tragedias y las violencias cotidianas. Que cada uno sea instrumento de paz”, llamó, rogando al Espíritu “que nos conceda gozar del encuentro con nuestras familias y nos aliente a vivir con alegría y esperanza un Nuevo año”.+
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