La vocación sacerdotal no es una carrera, sino ver y contemplar a Jesucristo




Santa Fe (AICA): El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, aseguró que la vocación al sacerdocio “no se trata de seguir un proyecto personal o elegir una carrera, sino de ver y contemplar a Jesucristo. Sólo desde una mirada de fe es posible descubrir el llamado, estar dispuestos a una entrega totalizante que implica, ciertamente renuncias, y seguir al Señor. Es Él quien llama y quién marca el estilo de vida”. “Cuando partimos del Evangelio para definir la vida de un sacerdote, la pobreza y la humildad, el celibato y la entrega para siempre, el espíritu de servicio y de misión, surgen como una consecuencia lógica. Es más, diría que en la alegría con la que se asume este estilo de vida se manifiesta la autenticidad y la respuesta de una vocación”, subrayó en su reflexión semanal.

El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, aseguró que la vocación al sacerdocio “no se trata de seguir un proyecto personal o elegir una carrera, sino de ver y contemplar a Jesucristo. Sólo desde una mirada de fe es posible descubrir el llamado, estar dispuestos a una entrega totalizante que implica, ciertamente renuncias, y seguir al Señor. Es Él quien llama y quién marca el estilo de vida”.

“Cuando partimos del Evangelio para definir la vida de un sacerdote, la pobreza y la humildad, el celibato y la entrega para siempre, el espíritu de servicio y de misión, surgen como una consecuencia lógica. Es más, diría que en la alegría con la que se asume este estilo de vida se manifiesta la autenticidad y la respuesta de una vocación”, subrayó en su reflexión semanal.


El prelado sostuvo que “estamos en el ámbito del don, de lo que recibimos como gracia al servicio de nuestros hermanos. Esta realidad teológica, que define la vida de un sacerdote, se convierte para él en una vida que debe agradecer, pero también cuidar. Dios llama a hombres que deben responder desde su libertad, compromiso y generosidad”.


“Pienso que para todo sacerdote siempre es necesario tener presente aquellas palabras, que a modo de testamento le dirige san Pablo a su discípulo Timoteo, cuando habla de sus dificultades: ‘Por eso soporto esta prueba. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he puesto mi confianza, y estoy convencido de que él es capaz de conservar hasta aquel Día el bien que me ha encomendado’. Todo es gracia, incluso una dificultad”, concluyó.+

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