Azul (Buenos Aires) (AICA): El obispo Miguel Esteban Hesayne, fundador y director del Instituto Cristífero, aseguró que “la Iglesia debe intervenir en política”, pero aclaró que los obispos y sacerdotes no están para que el pueblo les pregunte “a quién hay que votar”, sino que deben “anunciar a Jesucristo y su Evangelio también en la política”. Precisó, asimismo, que interviene a doble nivel. En primer lugar “creando en cada ciudadano la capacidad de discernir normas y leyes, estrategias y vías de acción que respeten la dignidad de la persona” y en segundo, formando al laicado “en los valores evangélicos emitiendo su voto elector o siendo candidatos elegidos para la dirigencia partidaria”.
En su reflexión semanal, lamentó que “los habitantes del país juegan a ciudadanos esperando el resultado de la elecciones de turno. Su compromiso ciudadano ha terminado el día de elecciones y la suerte de la Nación queda en manos de ganadores y no servidores” y agregó que desde ese momento “comienza la lucha entre ganadores y perdedores”.
“Las elecciones son una competición y no una participación ciudadana buscando el bien de todos. Cada época de elección democrática ahonda la división entre partido ganador y partidos perdedores. Al ganador no le interesa tanto el bienestar del todo, sino fortalecerse en el Gobierno. Y el poder político pierde su sentido humano de ser un servicio para el desarrollo comunitario de la Sociedad. Por el contrario, hasta llega a transformarse en poder dominador y esclavizante como ha sucedido con las dictaduras y tiranías que han surgido en el siglo pasado”, reflexionó en su homilía semanal.
El prelado afirmó que “la Iglesia debe intervenir en política”, pero aclaró que los obispos y sacerdotes “no estamos para que nos pregunten a quién hay que votar. Como catequistas tenemos como misión anunciar a Jesucristo y su Evangelio también en la política” y recordó que “Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre para salvarnos, para liberarnos de todo mal, para humanizarnos. Para enseñarnos y capacitarnos a vivir como hermanos y no como enemigos ni siquiera como adversarios”.
Y añadió: “Vino a enseñarnos cómo dirigirnos a Dios real y verdadero, vino a enseñarnos a relacionarnos en igualdad, en fraternidad, en dignidad de personas humanas. Por eso que la Biblia nos enseña a vivir como seres humanos. No solo nos enseña a rezar sino también a saber votar para liberarnos del mal. También de malas políticas. Nos enseña el camino de lograr una auténtica democracia, nos enseña qué candidatos nos dan seguridad de que serán servidores y no aprovechadores”.
Asimismo, aseguró “enseña y fortalece a quienes son elegidos a ejercer el poder como servicio y no como dominio o provecho propio o con preferencias partidarias. Por el contrario, señala normas éticas para que el gobernante busque el bien común con la sola preferencia a favor de los carenciados”.
El obispo explicó que “la Iglesia interviene en política a doble nivel. A nivel de pastores creando en la ciudadanía un corazón solidario y fraterno, enseñando a pensar la política más allá de partidismos cerrados sobre sí mismos; creando en cada ciudadano la capacidad de discernir normas y leyes, estrategias y vías de acción que respeten la dignidad de la persona y que todos los habitantes sin marginación alguna sean satisfechos en sus justas o equitativas aspiraciones humanas, en la gama de todos los Derechos Humanos”.
“La Iglesia también interviene en política con el laicado, a modo de levadura evangélica a través de los ciudadanos bautizados formados en los valores evangélicos emitiendo su voto elector o siendo candidatos elegidos para la dirigencia partidaria. En todos los casos los ciudadanos bautizados actúan con responsabilidad personal en libre opción partidaria y a la luz de su fe cristiana”, precisó.
Por último, monseñor Hesayne afirmó que “la formación del laicado bautizado en la dimensión política del evangelio de Jesús, es una de la deudas internas de la Iglesia Católica en la Argentina. Para saldarla, todavía, no hay una catequesis política mediante la Doctrina Social de la Iglesia que vaya de la mano en las catequesis que se ofrecen al pueblo de Dios. El laicado maduro en su fe ha de exigirla para vivir su misión ciudadana en ser levadura evangélica en la política”.+
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