La religiosa contó que ese carrito tenía atado un palo con un altoparlante que se usaba antiguamente para las procesiones, y al que se tuvo que recurrir en alguna de ellas porque el equipo sofisticado no funcionó al comenzar la celebración. “Y allá salió a los saltos el carrito parlante… y salvó la situación, no sé si prolija pero sí, oportunamente”, recordó.
“Y ¿qué tendrá que ver el carrito parlante con el catequista? Yo creo que mucho. Porque siempre está ahí. A mano. No es el cura. No es el que toca la guitarra ni acomoda el altar. Pero está ahí. Te sabe responder a qué hora es la misa, con quién hay que hablar para lo que sea y hasta dónde queda la cocina. Y cuando hay que organizar algo, todas las miradas se dirigen a él”, destacó.
La hermana Azábal definió al catequista como “un hombre o una mujer de la Palabra, es amigo de Jesús y encarna, para la comunidad, los valores que enseña” y graficó: “Por eso tiene un poco de scout, se las arregla con casi nada y, aunque a veces parece que ‘ya’ tira la toalla, vuelve y volverá siempre, porque sabe en quién ha puesto toda su confianza y Él es capaz de conservar lo que le ha encomendado”.
“Tiene épocas en que, como el carrito de supermercado, se traba un poco (qué fastidio da andar por el súper con un carrito con las ruedas trabadas), pero le cuesta muy poco destrabarse: una visita al sagrario, el beso de uno de ‘sus’ chicos, jóvenes o adultos… y ahí está de vuelta, en marcha”, sostuvo, y agregó: “Como el carrito, también va atento a todos y ya se pone más cerca del que va distraído (como para que la Palabra le resuene en la oreja) y ya empuja un poquito al que va rezagado”.
La religiosa aseguró que los catequistas “quedarán guardados junto al diploma, el certificado, la medallita, la foto” y estimó que “un día, cercano o lejano, removerán una memoria con algún recuerdo lindo que los que, aun habiéndose ido lejos, todavía conservan brasas del amor de Dios hecho Palabra en su catequista”.
“Saben, no se trabaja de catequista. Se ‘es’ catequista. No se cansen, pues, de ser carrito parlamente. Sigan metiéndose entre la gente. Sigan arrimando la Palabra a los corazones, el fuego al hogar, el amor al mundo desanimado y desesperanzado. Así llegarán al Cielo. Y seguramente al verlos, arrancarán una sonrisa del rostro de Dios, al que tanto se han esforzado en hacer conocer, amar y servir”, añadió.
“Entonces, les dirá: “¡Eh, el del carrito! ¡Acá hace falta alguien que amplifique porque los de atrás no oyen!”. Y ahí seguirán trabajando para el único Patrón al que vale la pena servir. Así que ¡Ánimo! ¡Arriba!”, concluyó.
El mensaje a los catequistas está firmado por el director de la Junta Nacional de Catequesis (JNC), presbítero Jorge F. Trucco, y por el vicedirector, presbitero Claudio Castricone.
Informes: http://www.facebook.com/juntanacionaldecatequesisargentina/.+
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