Consagradas del Instituto Cristífero culminaron una misión compartida en Bolivia
Las consagradas se sumaron al grupo de misioneros locales, y realizaron diversas actividades misioneras: visitaron zonas urbanas, rurales y de montaña, siempre acompañados por laicos del lugar, jóvenes y familias enteras, sumamente comprometidos con las acciones misioneras allí donde transitan su vida cotidiana.
En diferentes barrios de la ciudad, visitaron espacios de reflexión llamados Cenáculos, donde grupos numerosos de jóvenes, profesionales, familias y matrimonios se forman, reflexionan la Palabra de Dios, estudian los documentos eclesiales relacionados con sus experiencias de vida matrimonial, de juventud, de profesionales, para asumir mejor y con un criterio creyente, sus compromisos sociales, educacionales y profesionales.
Las misioneras cristíferas visitaron comunidades rurales, donde la gente se reúne en capillas locales, pero también esperan la visita en sus casas, la mayoría alejadas de los poblados, donde pastorean y cultivan la tierra. Desde cada espacio se buscó acompañar a las familias del lugar, conocer sus realidades, compartir la lectura de la Palabra de Dios para volver a iluminar sus experiencias.
La calidez de la gente, su fe y religiosidad popular ayudaron a comprender el fervor de la misión que asumen localmente los miembros de Misión Gran Río, y a su vez, la necesidad de sumar a la obra evangélica de ir hasta los confines de la tierra anunciando el amor de Dios, carisma fundante del Instituto Cristífero.
El grupo argentino se sumó también a diferentes actividades de voluntariado en el hospital local y en el Hogar de Ancianos. Con las misioneras del grupo Gran Río, las cristíferas visitaron los diferentes lugares de internación, donde recorrieron las salas de neonatología, traumatología e internación general, llevando palabras de esperanza, compañía a los familiares de los enfermos, los niños, mujeres y jóvenes internados, y ayuda para alimentar a las personas internadas.
La mayoría de los internados era gente de zonas rurales, muy sencilla, que agradecían la presencia misionera, contaban sus situaciones familiares y económicas, y la visita culminaba con palabras de mucha esperanza y fe en la Virgen y en Dios.
En el hogar de Ancianos, atendido por las religiosas Hermanitas de los Ancianos Desamparados, de Tarija, las misioneras cristíferas pudieron colaborar con el aseo de los ancianos, la compañía, el diálogo y la ayuda en el horario del almuerzo. La visita fue acompañada por una joven del grupo misionero local, muy comprometida con el servicio a los abuelos del lugar.
Los últimos días de la misión fueron destinados a recorrer los espacios de ferias locales, el mercado campesino, el mercado central y los locales de mujeres costureras donde, además de las actividades propias de venta de productos regionales del campo, locales de comidas típicas, manufactura de prendas de vestir, también se dan espacios cristianos, cenáculos, donde las mujeres feriantes y vendedoras se toman un tiempo a la semana para la Lectura Orante de la Palabra, el rezo del Rosario y la oración comunitaria.
La síntesis de los días compartidos puede resumirse en la necesidad y oportunidad de seguir cultivando espacios de misión compartida donde ambos carismas, cristífero y Misión Gran Río, puedan complementarse y potenciarse para llevar en cada misión la presencia real del Amor de Dios a todos los pueblos.+
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