Las opciones “coherentes y valientes”, señaló el Papa, porque hoy los cristianos corren el riesgo que ya temía el profeta Jeremías de “perder su identidad”. “Incluso nosotros, los cristianos, que también somos el pueblo de Dios, corremos el riesgo de mundanizar y perder nuestra identidad, de hecho, de “paganizar el estilo cristiano”, advirtió Francisco.
“En estas cuatro semanas estamos llamados a salir de un modo de vida resignado y habitual, alimentando esperanzas y sueños para un nuevo futuro”, añadió. Luego se detuvo en el Evangelio de este domingo, que “nos advierte sobre no dejarnos oprimir por un estilo de vida egocéntrico y por los ritmos convulsivos de los días”. En este sentido, las palabras de Jesús son particularmente incisivas: “Estén atentos, que sus corazones no se vuelvan pesados en la disipación, la embriaguez y los problemas de la vida y que no se nos caigan de repente ese día”.
“Estar despierto y rezar: así es como se vive esta hora, desde hoy hasta la Navidad”, indicó el Santo Padre. “El sueño interno nace de girar siempre alrededor de nosotros mismos y de estar atrapado en la vida cerrada con sus problemas, sus alegrías y sus dolores". Este cansado, este aburrido, esto cierra la esperanza”.
Aquí encontramos “la raíz del letargo y la pereza” de la que habla el Evangelio. Adviento, entonces, “nos invita a un compromiso de vigilancia, a mirar fuera de nosotros mismos, a ampliar nuestra mente y nuestro corazón para abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos y al deseo de un mundo nuevo”. “Es el deseo de tantos pueblos atormentados por el hambre, la injusticia y la guerra; Es el deseo de los pobres, los débiles, los abandonados. Por lo tanto, señaló Francisco, es apropiado abrir nuestros corazones, hacernos preguntas concretas sobre cómo y por quién pasamos la vida”.
De ahí un nuevo llamado a la oración y a estar despiertos porque, dice, “si pensamos en la Navidad desde un punto de vista consumista, para ver qué puedo comprar, qué puedo hacer para vivir una fiesta mundana. Jesús pasará y no lo encontraremos. Esperemos a Jesús en oración y que esa oración esté estrechamente vinculada a la vigilancia”.
“Que la Virgen María, concluyó el pontífice, “mujer de expectativa y oración”, nos ayude “a fortalecer nuestra esperanza en las promesas de su Hijo Jesús, a hacernos experimentar que, a través del esfuerzo de la historia, Dios permanece fiel y también necesita errores humanos para mostrar su misericordia”. +
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