Mons. Conejero Gallego hizo un balance de un año con “rapidación”
“Dios Padre, movido por amor, nos envió a su Hijo unigénito: Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14). La Palabra eterna de Dios quiso hacerse hombre y vivir con nosotros, realizando por su Muerte y Resurrección, la obra de la Redención humana”, destacó en su editorial en el periódico diocesano Peregrinamos.
El prelado advirtió que durante estos días se corre el riesgo de que “tantas luces ensombrezcan la Luz de los hombres; tantos ruidos y estruendos pirotécnicos nos impidan escuchar a la Palabra; tantas comidas y bebidas dificulten reconocer al Pan de Vida y a la Bebida verdadera”.
“En el misterio de la Navidad de nuestro Señor, Dios grande y poderoso quiso hacerse pequeño y débil como un niño de tantos, trayendo consigo la vida, la esperanza y la salvación del mundo”, agregó.
“¡Qué necesidad, por tanto, tenemos de silencio y de recogimiento interior, para detenernos y contemplar el infinito amor de Dios, manifestado en la carne de su Hijo Jesucristo! ¡Qué necesidad tenemos, -como Él mismo nos dio ejemplo-, de compartir con los pobres y humildes de este mundo; deseando y realizando, con todas nuestras fuerzas, la fraternidad universal que Él vino a instaurar!”, exclamó.
El obispo formoseño sostuvo que “Jesús vino, y aún sigue viniendo ahora por la fe, para encontrarse con todos los hombres, de manera personal y comunitaria, ofreciéndonos su amistad, compartiendo su alegría y su paz, ya en este tiempo presente y en la eternidad”.
“Concluimos un año, velozmente transcurrido, con ‘rapidación’ -como ahora se dice-, marcado por la exhortación del papa Francisco a la santidad y al protagonismo eclesial de los jóvenes, llamados a discernir la vocación de servicio a Dios y a los hermanos”, detalló.
Monseñor Conejero Gallego señaló que también fue un año de debates en torno al don y valor sagrado e irrenunciable de la vida humana, por lo que se la ha defendido y se la seguirá reconociendo siempre porque “Vale toda vida” y hay disposición a “recibirla como venga”.
“Otro combate ha sido y continúa aún, contra la ideología de género, el aceptar la propia naturaleza y el designio creador de Dios sobre la persona humana: ser varón o mujer, no es una realidad a construirse por sí mismo o por otros, es un don para ser aceptado y recibido con alegría”, aseveró al hacer su balance.+
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