Los obispos detallaron luego que celebrar la Navidad es:
“Hacer memoria de este nacimiento, con el que Dios nos ‘primerea’, no por nuestros logros y merecimientos, sino simplemente porque quiere manifestarnos su cercanía y cariño.
“Hacer memoria que Dios se nos dona gratuitamente y sigue esperando que cada uno lo recibamos libre y confiadamente. No quiere entrar por la fuerza en nuestro corazón. ‘Estoy a la puerta y llamo. Si alguno me abre, entraré y cenaremos juntos’. Que no nazca en vano depende de nosotros.
“Hacer memoria que, justo en medio de la pobreza de una familia sin hogar ni lugar para dar a luz, Dios está haciendo el milagro de una vida nueva, manifestando su amor en la humildad y no en la omnipotencia. Por lo tanto, celebrar hoy la Navidad es volver a creer que, en la sencillez de cada día, y en las cosas más ordinarias y cotidianas, con escasos medios y aún con todas las pobrezas que suelen sofocarnos, podemos descubrir y acoger la presencia de este Dios-Amor, que hace nueva y distinta la vida humana.
“Hacer memoria y celebrar el amor misericordioso de Dios y por eso dejar de lado la venganza, el resentimiento y la mirada mezquina que da o responde según lo que los demás me hicieron. Es creer en la posibilidad real de nuevas relaciones en la familia y sociedad, aceptando la carga de nuestras propias responsabilidades, y no dejando para los otros la solución de los problemas, ni instalándonos en críticas inútiles y siempre inoperantes. Es vencer el mal a fuerza de bien, con un deseo fuerte de reconciliación, de verdad y de paz, y siempre convencidos que sin misericordia no hay verdadera justicia.
“Hacer memoria y valorar en Cristo toda vida, y por eso aceptar como un regalo de Dios cada vida humana con sus propias peculiaridades y diferencias; es hacer espacio a los demás para que cada uno pueda vivir con plenitud y dignidad. Por lo tanto, celebrar la Navidad será realidad cuando, como Jesús, todos nos acerquemos solidaria y amorosamente hacia aquellos que pasan por diversas miserias, exclusiones y sufrimientos. Y esto, tanto de modo personal como también con acciones comunitarias, buscando la construcción de una Patria de hermanos.
“Hacer memoria y confesar que Dios en Cristo Jesús redime la historia humana penetrando cada situación humana y todos los vínculos sociales. El proyecto de Jesús es instaurar el Reino de su Padre. Por lo tanto celebrar hoy la Navidad es optar decididamente por una distribución equitativa de los bienes para que todos vivan en la dignidad de hijos de Dios, superando el asistencialismo por la promoción integral de cada persona, en especial de los más pobres. Es asumir un estilo de desarrollo que garantice que la creación sea hoy y mañana “la casa de todos”. Es recorrer caminos de diálogo participativo para resolver los desafíos de cada día. Es luchar contra la corrupción”.
Los prelados patagónicos subrayaron que en Jesús “la misericordia se hizo carne” y aseguraron que esta “encarnación de la Misericordia” interpela a todos a una conversión profunda e invita a:
“Ser ‘ministros de la Misericordia’ allí donde hay un hermano que la marginación segrega, donde la esperanza duerme y la justicia espera.
“Ser ‘portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de desventuras’, saliendo del ‘individualismo consumista’ que sólo pide y critica, en lugar de apostar y jugarse por los demás, fortaleciendo y sanando así los vínculos personales y comunitarios, especialmente en las familias llamadas a ser ‘escuelas de Misericordia’.
“Vivir cercanos y compasivos ante ‘los nuevos fenómenos que afectan a ambientes y grupos no carentes de recursos económicos, pero expuestos a la desesperación del sin sentido de la vida, a la insidia de la droga, al abandono en la edad avanzada o en la enfermedad, a la marginación o a la discriminación social’. Cercanos y compasivos también ante los que padecen graves carencias afectivas y emocionales, las familias que sufren conflictos, las que están enfrentadas por divisiones, las que han padecido femicidio, las tantas mujeres víctimas de violencia, la trata de personas, en particular de los menores, los privados de libertad, los pueblos originarios y los migrantes. Este camino nos lleva, guiados por el Espíritu del Señor Jesús, a esperarlo y anhelar recibirlo en el Congreso Eucarístico Nacional a realizarse en Tucumán en junio del 2016”.
Por último, los obispos patagónicos se comprometieron “a vivir, acompañar y animar esta presencia tierna, cercana, compasiva y amorosa de Dios en nuestra Iglesia y en la sociedad. Confiamos en la fuerza que nos viene de lo Alto y en María, Reina y Madre de la Misericordia, que vivió siempre con el corazón atento a quienes pasaban por alguna necesidad”.
El mensaje de Navidad lleva la firmas de los obispos Virginio Bressanelli SCJ (Neuquén), Fernando Croxatto (auxiliar de Comodoro Rivadavia), Marcelo Cuenca (Alto Valle del Río Negro), Juan José Chaparro CMF (San Carlos de Bariloche), Miguel Ángel D’Annibale (Río Gallegos), Joaquín Gimeno Lahoz (Comodoro Rivadavia), Esteban M. Laxague SDB (Viedma) José Slaby C.SS.R. (Esquel), Fernando Bargalló (emérito de Merlo-Moreno), Miguel Hesayne (emérito de Viedma), Marcelo Melani SDB (emérito de Neuquén) Néstor Navarro y José Pedro Pozzi SDB (eméritos de Alto Valle del Río Negro).+
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