Francisco dio las gracias a todos por su trabajo y por su esfuerzo en hacer siempre las cosas bien aún cuando no se reconozca. En particular se dirigió a los que desde hace años desempeñan la misma tarea reconociendo que la rutina no siempre es fácil de llevar porque las personas, gracias a Dios, no son máquinas y a veces necesitan un incentivo o un cambio. “Gracias -repitió-, continuemos, en los diversos ámbitos de trabajo, colaborando juntos, con paciencia, intentando ayudarnos unos con otros”.
El Santo Padre pidió también perdón por los escándalos que hubo en el Vaticano. “Pero me gustaría -dijo- que su actitud y la mía, especialmente estos días, fuera la de rezar por las personas involucradas para que los que se equivocaron se arrepienta y encuentre el camino justo”.
“Hay algo más, dijo Francisco, que les quiero decir y quizás es lo más importante: los animo a preocuparse por su matrimonio y por sus hijos. Préstenles atención, no los desatiendan. El matrimonio es como una planta. No es como un armario que se mete en una habitación y es suficiente quitarle el polvo de vez en cuando. Una planta vive, hay que cuidarla día tras día”.
“El matrimonio, añadió el Papa, es una realidad viva: nunca hay que dar por descontada la vida de pareja, en ninguna fase del recorrido de una familia. Tenemos que acordarnos de que el don más precioso para los hijos no son las cosas, sino el amor de los padres. Y no quiero decir solamente el amor de los padres por los hijos, sino el amor de los padres entre sí, es decir la relación conyugal. Es algo que hace bien tanto a ustedes como a sus hijos”.
“Por eso, antes que nada. Cultiven la planta del matrimonio, que son ustedes, esposos, y al mismo tiempo, cuiden la relación con sus hijos, dando aquí también más importancia a la relación humana que a las cosas. Apunten a la misericordia en las relaciones diarias, entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos. Cuidemos de los abuelos. Los abuelos son muy importantes en la familia, tienen la memoria, la sabiduría. No los dejen de lado”.
“Cuiden de la paz en la familia: se pelea también en la familia, todos lo sabemos. Cuando en un matrimonio no se riñe no parece normal. Lo importante es que la jornada no termine sin hacer las paces. ¿Se han hecho la guerra durante el día? ¿Todavía está caliente? No dejen que se vuelva fría porque la guerra fría del día después es más peligrosa que la guerra caliente”.
“El Jubileo se vive también en la iglesia doméstica, no sólo en los grandes acontecimientos. Todavía más: el Señor ama al que practica la misericordia en las circunstancias ordinarias -subrayó Francisco- Esto es lo que les deseo: que sientan la alegría de la misericordia, empezando por sus familias. Gracias por su trabajo, perdón por los escándalos y sigan adelante. Sigan adelante en esta comunidad y lleven mi saludo y mis mejores deseos a sus seres queridos, a los ancianos y a los enfermos. Y, por favor, sigan rezando por mí. ¡Feliz Navidad!”.+
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