“El lema que acompaña este momento que estamos viviendo es: ‘Familia y misión, escuela del amor misericordioso del Padre’. No puede existir una familia sin misión. La familia es misión. La familia es don de Dios. Y como Dios es familia, la familia es Dios mismo dándose a la humanidad”, expresó monseñor Stanovnik. A su vez, agregó que “también Jesús quiso aprender el amor en el seno de una familia. Por eso, lo más parecido que tenemos con Dios es la familia. No es extraño pues que una cultura que ya no se ocupa de cuidar la familia, también se aleje cada vez más de Dios”.
El arzobispo recordó que familia e Iglesia son sinónimos de misión. “Miremos a Jesús, a María y a José y veremos en ellos la belleza de una familia misionera: allí cada uno cumple con la misión que Dios le encomendó, pero no uno separado del otro, sino juntos en una verdadera comunión misionera”, afirmó.
Monseñor Stanovnik señaló que es conmovedor ver cómo el amor misericordioso del Padre sostiene a Jesús, María y José en la misión: “Los cuida y acompaña, por ejemplo, en los contratiempos que tuvo que pasar José cuando tuvo que huir a Egipto y vivir en el destierro con María y el pequeño Jesús; o la angustia que pasaron los padres cuando el adolescente Jesús se les perdió en la peregrinación a Jerusalén; o los dolores por los que tuvo que atravesar María durante la pasión y muerte de su hijo. El amor misericordioso del Padre fortalecía la comunión entre ellos y los mantenía fieles en la misión que les había confiado”.
“La confianza en Dios y la comunión con los hermanos nutren la misión y evitan que se convierta en un grupo que se predica a sí mismo, o en una familia que pretende fabricarse de acuerdo con su propio modelo”.
El prelado sostuvo que “la familia es el lugar donde aprendemos a vincularnos con los otros y a entusiasmarnos para realizar proyectos juntos”.
“Donde no hay unidad, tampoco habrá entusiasmo para la misión. La falta de unidad paraliza cualquier proyecto en común. Para que la unidad entre las personas sea auténtica tiene que tener la puerta abierta a la misión. Y la misión nos lleva siempre a compartir y no a imponer, a intercambiar dones y no a conservar los talentos que recibimos de Dios”, agregó.
El arzobispo resaltó que “la unidad es comunión verdadera cuando está bien fundada en el amor de Dios”. Entonces también “es fecunda, es misión, jamás se cierra entre cuatro paredes, sino que tiende naturalmente hacia los demás y no conoce límites”.
“La familia pierde de vista su misión y se encierra en sí misma cuando olvida que la misión no es algo que ellos se dan a sí mismos, sino por el contrario, es algo que se les otorga, es un llamado, una vocación”.
El arzobispo de Corrientes recordó que “es triste cuando el matrimonio y la familia olvidan que su fundamento está en Dios. Esa ausencia los deja solos y a merced de ellos mismos. No tienen a quien escuchar ni a quien obedecer. En consecuencia no hay envío ni hay misión, solo proyectos que se sostienen sobre la fragilidad y contingencia de acuerdos humanos”.
“Es en cierto modo razonable -expresó- que se haya avanzado con el divorcio llamado ‘exprés’, porque esa triste figura no hace otra cosa que transparentar la inestabilidad y superficialidad de los vínculos”
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“¿En qué consiste la misión a la que está llamada la familia? ¡A ser familia! Es decir, a ser el lugar donde los miembros de la familia viven y celebran el amor”, dijo.
A modo de conclusión, monseñor Stanovnik expresó que “el verdadero humanismo se construye a partir de la familia, fundada en el proyecto amoroso y misionero que asumen un varón y una mujer, haciendo de su hogar un verdadero santuario de la vida, cuyas puertas están siempre abiertas para acoger al que llega y para salir a socorrer al que lo necesita”.+
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