Mons. Dus animó a ser una Iglesia en camino y a la escucha
Transitando el año vocacional en la arquidiócesis, queremos privilegiar la escucha de la Palabra del Señor que habla al corazón de nuestra comunidad, señaló. La Cuaresma continuó- nos ofrece el dulce remedio de la oración para seguir escuchando la voz de Dios.
Dedicar tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos: la ansiedad, la avidez del dinero, el dominio sobre los otros, la falta de esperanza, aseguró y añadió: Escucharlo nos hace redescubrir su llamado: esa vocación que nos dio y que nos abre al encuentro de la gente y a estar cada vez más cerca de ella.
Acciones concretas de amor al prójimo
Sin embargo, la voz de Dios no solo resuena en nuestro interior, sino también nos viene dada por la palabra o el consejo de aquellos que nos aman, agregó el prelado. Escuchar al otro significará oír su demanda, atender sus necesidades o acompañar simplemente su soledad. Pero esa escucha desinteresada, o simplemente nuestro silencio que acoge la presencia y el dolor del hermano, suele suplir tantas veces las palabras y abre a una comunión más profunda. Esta es la oración inspirada en el evangelio: su dinámica que nos enriquece recíprocamente porque suscita relaciones auténticas y fructifica en fraternidad y comunión, explicó.
Por eso, monseñor Dus animó en esta Cuaresma a vivir también actitudes concretas de amor al prójimo a través del ayuno y la limosna, para no enfriar nuestra caridad, como nos dice Francisco en su mensaje cuaresmal de este año.
En camino hacia la Pascua renovemos juntos nuestra vocación de ser iglesia de Cristo, invitó. Si vivimos un verdadero espíritu de oración y de caridad nos sucederá por experiencia, como a los discípulos de Emaús: en nuestro corazón arderá la fe y descubriremos con alegría que junto a nosotros camina Alguien, que atiende a nuestras búsquedas, nos descubre el designio de Dios y se deja reconocer al partir el Pan, concluyó.+
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