El Papa a los sacerdotes: “La cercanía es la clave del evangelizador”

El Papa celebró la Misa Crismal en la basílica de San Pedro ver más
Ciudad del Vaticano (AICA): “Cercanía”, fue la palabra clave sobre la que centró su homilía el Santo Padre este jueves 29 de marzo, Jueves Santo, en la Misa Crismal que celebró en la basílica de San Pedro. Dirigiéndose a los sacerdotes que colmaban el basílica vaticana el pontífice les dijo que la gente aprecia mucho “un sacerdote de carne”, que siempre está allí y habla con todos, de este modo los invitó a ser “sacerdotes callejeros”.
“Cercanía”, fue la palabra clave sobre la que centró su homilía el Santo Padre este jueves 29 de marzo, Jueves Santo, en la Misa Crismal, que celebró en la basílica de San Pedro. Dirigiéndose a los sacerdotes que colmaban la basílica vaticana.

Concelebraron junto con el Santo Padre los cardenales, obispos y Presbíteros presentes en Roma. Durante la celebración eucarística, los sacerdotes renovaron las promesas sacerdotales y se bendijo el óleo de los enfermos, el óleo de los catecúmenos y el crisma.

Francisco comenzó su homilía señalando que “al leer los textos de la liturgia de hoy me venía a la mente, de manera insistente, el pasaje del Deuteronomio que refiere la cercanía de Dios y nuestra cercanía apostólica”.

Dirigiéndose especialmente a los sacerdotes, el Papa explicó que en este texto del profeta Isaías contemplamos al enviado de Dios ya “ungido y enviado”, en medio de su pueblo, cercano a los pobres, a los enfermos, a los prisioneros y al Espíritu que “está sobre él”, que lo impulsa y lo acompaña por el camino.

“También en el Salmo 88 –prosiguió– vemos cómo la compañía de Dios, que condujo al rey David de la mano desde que era joven y que le prestó su brazo, ahora que es anciano, toma el nombre de fidelidad: la cercanía mantenida a lo largo del tiempo se llama fidelidad”. Mientras en el Apocalipsis –dijo también el Papa– nos acerca, hasta que podemos ver “al Señor que siempre está viniendo”.

De ahí que la alusión a que “lo verán los que lo traspasaron” nos hace sentir que siempre están a la vista las llagas del Señor resucitado, siempre está viniendo a nosotros el Señor si nos queremos “hacer próximos” en la carne de todos los que sufren, especialmente de los niños.

“Esta es la gran opción de Dios: el Señor eligió ser alguien cercano a su pueblo. ¡Treinta años de vida oculta! Después comenzará a predicar”.

Señaló que “la cercanía es más que el nombre de una virtud particular, es una actitud que involucra a la persona entera, a su modo de vincularse, de estar a la vez en sí mismo y atento al otro”.

Aseguró que “cuando la gente dice de un sacerdote que ‘es cercano’ suele resaltar dos cosas: la primera es que ‘siempre está’”.

El Santo Padre explicó además que “la cercanía es más que el nombre de una virtud particular, es una actitud que involucra a la persona entera, a su modo de vincularse, de estar a la vez en sí mismo y atento al otro. Así es un sacerdote cercano, que sabe encontrar una palabra para cada uno; que habla con todos, chicos, grandes, pobres o con los que no creen. Curas cercanos, que están y que hablan con todos. En una palabra: “Curas callejeros”.

“La cercanía es la clave del evangelizador porque es una actitud clave en el Evangelio, el Señor la usa para describir el Reino”, subrayó Francisco.

Por esta razón el Papa sugirió meditar tres ámbitos de cercanía sacerdotal:

En primer lugar, “la cercanía en la conversación espiritual, la podemos meditar contemplando el encuentro del Señor con la Samaritana”.

En segundo lugar, “la cercanía en la confesión la podemos meditar contemplando el pasaje de la mujer adúltera”.

Por último, “el ámbito de la predicación. Meditamos en él pensando en los que están lejos, y lo hacemos escuchando la primera prédica de Pedro, que debe incluirse dentro del acontecimiento de Pentecostés”.

Francisco invitó a los sacerdotes a acudir a María, Madre de los sacerdotes, y sugirió invocarla como “Nuestra Señora de la cercanía”. O sea, como una verdadera madre que camina con nosotros, lucha con nosotros y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios, de modo tal que nadie se sienta excluido.

Le pedimos a María, “Nuestra Señora de la Cercanía” –concluyó– “que nos acerque entre nosotros” y, a la hora de decirle a nuestro pueblo que “haga todo lo que Jesús le diga”, nos unifique el tono, para que en la diversidad de nuestras opiniones, se haga presente su cercanía materna, esa que con su “sí” nos acercó a Jesús para siempre. +

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