San Isidro (Buenos Aires) (AICA): El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, consideró un “acontecimiento extraordinario” la beatificación del Cura Brochero y estimó que esto es importante para toda la Iglesia en la Argentina, pero sobre todo para los sacerdotes, ya que se trata del primer cura argentino en ser beato. ¡Y qué cura!” “Vamos a vivir como Iglesia este nuevo beato y le vamos a encomendar nuestra patria, todas sus necesidades, los lugares más pobres de nuestro país y a todos nuestros sacerdotes, porque realmente el cura tenía verdaderamente un alma sacerdotal y esto va redundar en un enorme bien para todos los curas y para toda la Iglesia. Ya le vamos pidiendo estas gracias a Gabriel del Rosario Brochero, nuestro cura”, subrayó.
“¡Y qué cura! Un cura que supo vivir esto de que habla tanto nuestro papa Francisco, el salir a buscar, este andar en mula, andar a caballo, este atravesar con su querido ‘malacara’ las cierras grandes de Córdoba, con heladas, con todos los climas posibles, adversos, para poder asistir a un enfermo, para poder salir a buscar a la ciudad los elementos que después iban a constituir la casa de ejercicios”, destacó.
“Brochero tenía una meta extraordinaria que era la elevación espiritual de sus fieles. Por eso trabajó incansablemente por la casa de ejercicios, que fue hecha por su misma comunidad, en la cual él trabajó personalmente y la proyectó. Se desvivió por lograr que sus criollos, que sus fieles, muchos sin saber leer ni escribir, esos fieles olvidados de la Sierra Grande cordobesa, tuvieran sus inquietudes espirituales y pudieran crecer en la fe. Por eso no vaciló en traer sacerdotes, predicadores, enriquecer y elevar a su pueblo. Y al mismo tiempo también, Brochero usó todas las armas que tenía a su alcance para promover a su comunidad”, subrayó.
El prelado sostuvo que “el Cura Brochero vivió de tal manera la entrega a su pueblo que él decía “cuando llego a un pueblo lo primero que hago es ir a visitar al más pobre, siempre hay tiempo para el resto y, además, cuando comienzo a visitar al más pobre, esto se convierte en un signo para los demás. Los demás se preguntan por qué va primero a este lugar y después a otro”.
“El cura tenía esa sabiduría de hacer llegar el Evangelio fresco, alegre, la inquietud por el Señor. Este gran luchador que soñó hasta con un ferrocarril que nunca pudo ser pero que sin embargo él lo proyectó. Este gran luchador por no querer rechazar un mate, por gesto de cercanía para con el leproso, bebe el mate y se contagia la lepra”, agregó.
Monseñor Ojea recordó que “el cura enfermo de lepra tiene que vivir fuera de Brochero, de la Villa del Tránsito, así se llamaba en aquél tiempo, entonces el mismo pueblo es el que lo va a buscar porque quiere que su cura esté cerquita y quiere tenerlo cerca aún enfermo para poder atenderlo, para poder cuidarlo. Qué maravilloso gesto de amor como modo de devolver de parte del pueblo al cura que se ha roto por esa comunidad y que termina roto también por la enfermedad”.
“Vamos a vivir como Iglesia este nuevo beato y le vamos a encomendar nuestra patria, todas sus necesidades, los lugares más pobres de nuestro país y a todos nuestros sacerdotes, porque realmente el cura tenía verdaderamente un alma sacerdotal y esto va redundar en un enorme bien para todos los curas y para toda la Iglesia. Ya le vamos pidiendo estas gracias a Gabriel del Rosario Brochero, nuestro cura”, concluyó.+
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